Este domingo 6 de diciembre ha sido un día muy esperado por todos los venezolanos, especialmente los que seguimos en Venezuela. Los que no nos vamos. Los que apostamos al país, porque nuestro futuro está acá. Los que hemos soportado colas, angustias, incertidumbres, injusticias y crueldades inenarrables, durante 5 años aciagos. Finalmente, llegó la hora.
Tenemos la vista puesta en el 6 de diciembre, porque aquí en esta patria fantástica están nuestras raíces. Y aquí crecerán nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos. Por eso es imposible no sentir emoción ante la histórica jornada que estamos por protagonizar.
Definitivamente, estamos llamados como pueblo a ser vanguardia. Así fue en la gesta independentista hispanoamericana, hace 200 años. Y así está siendo ahora en este turbulento comienzo de siglo y milenio. El 6 de diciembre cuando se abran los centros de votación, cada voto será un grito de condena contundente a la peor clase política que se haya visto jamás en el país. Llegó la hora: por Venezuela, por la patria vamos todos a votar.
Me gusta cuando se fajan…
«Cuando se fajan me gusta, porque yo también me fajo», como en el famoso corrío de Florentino y el Diablo, el presidente, Nicolás Maduro, «retruca el lanzazo». Y en una audaz jugada política el mandatario acepta el reto, o challenge, como dicen los más jóvenes. Ha dicho con todas las letras, que si la oposición logra ganar estas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, estaría dispuesto a abandonar el cargo.
Una prueba más a lo interno y a lo externo de su inquebrantable talante democrático. Realmente curioso, por decir lo menos, que un «dictador», como repiten machaconamente en el extranjero, esté dispuesto a hacer de las parlamentarias un plebiscito. Algo que ni siquiera está contemplado en la Constitución Nacional.
Aceptando este challenge, Maduro realiza una apuesta de «todo o nada», en defensa de las instituciones y de la democracia venezolana. Es de esperar que una vez que ocurra lo que todos sabemos que va a pasar, surja una nueva oposición. Una que sea realmente democrática, que deseche de una vez y para siempre las agendas inconfesables.
El titiritero suelta la sopa
El enviado especial de EE.UU. para Venezuela, el inefable Elliot Abrams, admitió en una entrevista para un conocido medio británico, que la Casa Blanca cancela una mensualidad en dólares a los principales líderes del guaidosismo.
Abrams no sólo «soltó la sopa» acerca del financiamiento, también confesó que ha habido un retraso en los pagos. Seguramente, debido a la incertidumbre en su país donde los resultados definitivos para las presidenciales demoraron casi un mes. Y todavía hoy el presidente saliente, Donald Trump, hace amagos de no querer aceptar su derrota.
¿Es esa una oposición seria? que somete a sus seguidores a las peores penurias. Que los usó como carne de cañón para asesinarlos en la guarimba terrorista; y por debajo de cuerda cobraba sumas millonarias en dólares. Son peores que Judas El Iscariote. Pero este domingo llegó la hora, vamos todos a votar contra la infamia.