La canciller de Colombia, Laura Sarabia, presentó su renuncia al cargo este jueves, citando diferencias con algunas decisiones del Gobierno del presidente Gustavo Petro. Su dimisión marca un giro significativo en la administración, destacando tensiones internas en la dirección de la política exterior colombiana. Esta decisión sorprendió a muchos, dada la cercanía de Sarabia con el mandatario y su rápido ascenso en la esfera política.
En una carta dirigida directamente al presidente colombiano, Sarabia explicó que su salida de las funciones como representante de la política exterior colombiana fue «el resultado de una reflexión profunda, motivada por la responsabilidad que siento con mi conciencia, con el país y con la forma en que entiendo el ejercicio del poder público». Esta declaración subraya una discrepancia fundamental en la visión y ejecución de las políticas gubernamentales, lo que eventualmente llevó a su ineludible partida. La extitular de la cancillería enfatizó su compromiso con el bien público por encima de las posiciones personales.
La renuncia de la canciller Laura Sarabia se produce en el contexto de una controversia interna generada por el manejo del contrato para la fabricación de pasaportes. En este sentido, la asesora política refirió que el gobierno tomó decisiones en los últimos días que ella no comparte ni apoya. «No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar», aclaró Sarabia en su misiva. Así, su salida indica una profunda división estratégica dentro de la administración presidencial, más allá de simples desacuerdos operativos.
La mano derecha de Petro abandona el gabinete
Sarabia manifestó a Petro su disposición «al diálogo, al debate respetuoso y a la búsqueda de salidas para los grandes desafíos de nuestra sociedad». Además, recalcó que el cumplimiento de su rol fue un camino «exigente, con enormes costos personales y familiares, pero también profundamente enriquecedor». Estas palabras reflejan la intensidad de su labor y los sacrificios personales que el cargo exigió. Sin embargo, su decisión final priorizó la coherencia con sus principios sobre la continuidad en el poder.
El presidente Gustavo Petro nombró a Laura Sarabia como canciller a inicios de 2025, reemplazando a Luis Gilberto Murillo. La politóloga se convirtió en la tercera persona en ocupar el cargo durante la gestión del mandatario, lo que evidencia la volatilidad en la dirección de la política exterior. Anteriormente, Sarabia cumplió funciones cruciales como titular del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, jefa de Gabinete de Petro y directora de Prosperidad Social, consolidándose como una figura central en el círculo más cercano del presidente.
Durante su gestión como jefa de Gabinete del presidente, Laura Sarabia enfrentó investigaciones por parte de la Fiscalía y la Procuraduría General, debido a señalamientos de presunto abuso de poder. El caso giró en torno a posibles interceptaciones ilegales a una exempleada doméstica que cuidaba de su hijo. Frente a las acusaciones, la excanciller ha sostenido su inocencia en escenarios judiciales y ante la opinión pública, defendiendo su reputación frente a las complejidades políticas y legales que rodearon su paso por el poder. La cancillería ahora busca un nuevo liderazgo que enfrente los desafíos futuros.