La oposición venezolana se encuentra en otra encrucijada que revela sus grandes contradicciones: las elecciones regionales.
Después de sostener una recia campaña de desprestigio hacia los procesos comiciales en nuestro país, ahora deshoja la margarita para participar.
Cada vez son más los que creen que ahora sí es conveniente competir, dejando a su malograda militancia en la más confusa desorientación. ¿Antes votar era malo pero ahora no? se preguntan muchos.
El argumento más repetido es el de que no se pueden ceder espacios; obviando deliberadamente que su obstinado abstencionismo dejó servida la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional para el chavismo.
Para desgracia de la causa opositora, este cambio de opinión no parece el resultado de una reflexión propia sino la consecuencia de un cambio de planes de quienes realmente los mandan: El Departamento de Estado.
Después de volver a comprobar que por la vía del abstencionismo no chantajean al chavismo, y que más bien le entregan espacios de poder antes tomados por la oposición, ahora calcularían que en las regionales habría mucho chance de sacar algo.
Razones para estar alerta
Esta situación plantea varias cosas con las cuales la causa revolucionaria debe estar conforme y alerta: es decir, volverían al redil electoral a una oposición antidemocrática, pero al mismo tiempo se sirve el caso de que tomando algunos espacios por los votos, la oposición use éstos como cabeza de playa para la desestabilización como lo hicieron antes con la Asamblea Nacional.
La participación electoral de la oposición no es garantía de que sus intenciones de contradicción política vayan a ser esta vez civilizadas y democráticas. La experiencia le ha revelado a los venezolanos el desafortunado despliegue violento de estos sectores cuando ocupan algún espacio de gobierno.
También habría que estar alertas de que este amague de participación en las elecciones regionales no se convierta en una nueva razón para desencadenar protestas con la denuncia de presunto fraude en donde no ganen.
La maniobra de movilización en base al disgusto por los resultados es un recurso usado en otros países para generar procesos de desestabilización.