La nueva embestida conservadora, traducida en la llegada al poder de las derechas en Latinoamérica, tuvo una luna de miel muy corta que poco ha tenido que ver con sus oposiciones oficiales, si no con la resistencia heroica de los pueblos ante la torpeza, la desbocada defensa del colonialismo y el neoliberalismo, en contra de los intereses y las necesidades de las mayorías.
Han insistido en voltear las miradas hacia Venezuela,pero la realidad es que Perú divaga entre escándalos de corrupción, Lenin traicionó al pueblo de Ecuador, el amazonas Brasilero arde ante la mirada indolente de Bolsonaro, Macri hunde Argentina en una crisis, Duque condena a Colombia a la guerra, los gringos siguen invirtiendo dinero en la nada y Maduro sigue siendo presidente.
La derecha venezolana parece tener un destino similar a sus aliados del sur, pues la euforia de la autoproclamación se desvanece entre promesas incumplidas y la imposibilidad de Juan Guaidó de ejercer su “presidencia” al carecer no solo de apoyo de la fuerza armada, sino de carisma para capitalizar el ansiado apoyo popular que buscan con las medidas coercitivas unilaterales (bloqueo) que ponen en jaque el bienestar de todos los venezolanos. La raíz de todo es la misma, subestiman a los pueblos.
Las burguesías no resisten, quienes resisten son los pueblos y Venezuela, como todos los pueblos del mundo, es una muestra de ello, no desde una posición de víctima, como lo hace ver la derecha con sus llamados hipócritas de caridad y «ayuda humanitaria», resiste en los actos cotidianos de subversión contra quienes pretenden imponer tristeza y dolor.