Hay cosas de la prensa opositora que parecen juegos de palabras, pero no son juegos. Por ejemplo, las plumas de los buchiplumas están siempre buchonas.
Los buchiplumas son unos tipos que andan por ahí amenazando a diestra y ultradiestra en contra de la siniestra. Las plumas de los buchiplumas son los periodistas e influencers que les ayudan a aumentarles el volumen a las amenazas. Por ejemplo, si uno de los bravucones deja colar el dato de que su país superpoderoso va a poner 5 mil soldados en la frontera con Venezuela, las plumas de los buchiplumas empiezan a escribir o decir cosas como: “¡Ajá, ¿y ahora qué van a hacer, adónde se van a meter?!”.
Luego, cuando no se moviliza ninguna tropa (salvo paracos, rastrojos y guarimberos), se lleva a cabo la labor más importante de las plumas de los buchiplumas: tratar de justificar al hablador de gamelote. Entonces escriben o dicen cosas como: “No es que no se haya atrevido, es que está planificando algo más quirúrgico porque los gringos no dan puntada sin dedal”.
Demás está decir que por esa doble tarea (la de engrandecer las amenazas y la de justificar los recules), las plumas de los buchiplumas reciben muy buena remuneración. Por eso son plumas buchonas.
En estos días, esas plumas se llenaron de nuevo. Pasaron varios días sirviendo de megáfono a los buchiplumas que amenazaron con hacer volar tanqueros de gasolina en altamar. Se lanzaron con todo, en onda de “¡Atrévanse para que vean lo que les va a pasar!”. Luego, cuando el asunto no terminó del modo heroico-hollywoodense que habían anunciado, se dedicaron con grandes esfuerzos a lavarles la cara a los buchiplumas, jurando que jamás habían amenazado con nada, que todo fue un invento del rrrrégimen.
En consecuencia, las plumas de los buchiplumas quedaron, una vez más, bien buchonas…
¡Eeepa, qué negocio tan bueno!.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ