La última humillación

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Por: Luisana Colomine Rincones

Aquella noche nos avisaron que llegaría un “CLAP de proteínas”. La vocera de nuestro edificio informó vía “guasap” que venderían “un pollo, un cartón de huevos y un pernil para ser distribuido entre siete familias, por BsS 1.250”. Aquello nos alegró porque los precios de esos mismos bienes en la calle son inalcanzables, debido a la hiperinflación que pulveriza nuestro poder adquisitivo.

Los alimentos llegaron casi a la 1 de la mañana y las más de 400 familias que se benefician del CLAP en esa zona, en su mayoría opositoras, se congregaron para recibirlos. Noté que algunos lucían el “look White Dog”, es decir, campera, gorra y capucha, para aguantar el frío. Esa comunidad tiene ya dos años recibiendo la “ayuda humanitaria” (para aplicar la frase de moda) que mes tras mes llega religiosamente.

Caras de fastidio se dejaron ver y una dama comentó “esta es la última humillación que nos hacen”.

Evalué, entonces, el discurso “conciliador”, de Ley de Amnistía, de paz y amor, tras la autoproclamación del nuevo Rey Momo que ahora los conduce (porque esa oposición es una trituradora de “líderes”) y recordé al Papa Francisco (también muy mencionado por estos días) en una de sus homilías dominicales. Resulta que Pancho justamente se refirió a la humillación (ese sentimiento que según algunos autores apareció en la literatura inglesa por primera vez hace más de 200 años) y dijo lo siguiente: “a veces, pensamos que la humildad es ir tranquilos, ir con la cabeza baja mirando al suelo… pero también los cerdos caminan con la cabeza baja: esto no es humildad». Esta es esa humildad fingida, prêt-à-porter, que no salva ni custodia el corazón. No hay verdadera humildad sin humillación, y si tú no eres capaz de tolerar, de llevar en los hombros una humillación, tú no eres humilde: finges, pero no lo eres”. Y remataba con esto: “Pidamos al Señor la gracia de la humildad, pero con humillaciones (…) Y si alguno es valiente, puede pedir – como nos enseña San Ignacio – que le envíe humillaciones, para parecerse más al Él”.

Hace poco, la misma gente del CLAP solicitó el pago de la “humillación” de febrero. Entonces me topé en el banco con la misma dama de la cola, de lo más humillada ella, con su Carnet de la Patria, recargando la billetera móvil para comprar 21 productos por 500 bolívares. Así que le pregunté: ¿Y aquella no y que era la última humillación?

Luisana Colomine Rincones

@luisanaC16

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