La solidaridad: acción revolucionaria | Alí Ramón Rojas Olaya

La solidaridad es uno de los valores más entrañables que poseen los seres humanos. A través de ella los pueblos expresan su ternura. Mirar desde lo alto al caído y extenderle la mano para que se yerga significa mostrar desprendimiento, otro valor invaluable, que justifica que alguien vea por encima del hombro al otro. Darle un abrazo al que ha sido difamado o al que atraviesa una tragedia o al que se sumerge en la desgracia eleva a la máxima potencia a quien abriga ese amor infinito a la humanidad. El sustento de la solidaridad y el desprendimiento es otro valor: la sensibilidad. Dice Simón Rodríguez que “es menester ser muy sensible para convertir el mal ajeno en propio”. Acá el visionario caraqueño coloca pragmáticamente otro elemento: la solidaridad como acción revolucionaria.

Es precisamente ésta la que ha asumido nuestro presidente Nicolás Maduro al solidarizarse con Vladimir Putin en el conflicto de Ucrania, en el que los medios privados de comunicación hegemónicos sitúan a Rusia como el malo de la película. Acción revolucionaria fue cuando Hugo Chávez rompió relaciones con el Estado sionista de Israel en solidaridad con Palestina o cuando Maduro reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática.

Acción revolucionaria fue cuando el presidente Lázaro Cárdenas nombra a Gilberto Bosques Saldívar cónsul general de México en Marsella en 1939. Desde esta trinchera, Bosques formó al personal del consulado para que se entregaran a la causa de la humanidad y dejaran atrás las formalidades propias de la diplomacia.

Cuando “la planta insolente del extranjero” bombardeó las costas de Venezuela, el canciller argentino Luis María Drago no dudó en solidarizarse con nuestro presidente Cipriano Castro desenmascarando la doctrina Monroe y accionando la doctrina jurídica que lleva su apellido el 29 de diciembre de 1902, con la que establece que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera. Ante el ataque del Reino Unido, Alemania e Italia, Estados Unidos replicó que, como país, no apoyaría a un estado americano que sufriese ataques bélicos como respuesta a la negativa de pagar sus deudas, pretendiendo que la Doctrina Monroe sólo se aplicaría cuando dicho país sufriese ataques de potencias europeas motivadas por la intención de recuperar territorios americanos y colonizarlos, argumento que se desmoronó cuando Estados Unidos apoyó a su madre británica en la guerra de Las Malvinas entre abril y junio de 1982.

 

ALÍ RAMÓN ROJAS OLAYA

@rojasolaya

Publicado en ÚN.


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