Por: Juan Sáenz
Energía que nos lanza a la búsqueda de la justicia social, fuerza que reproduce los dictámenes del corazón, para no enmudecerse cuando la patria es manoseada, porque alzar la voz con pasión, porque empuñar la mano por la verdad de nosotros los muchos, las mayorías, es sentir en los huesos, en la fibra, que buscamos la victoria.
Que venga el enemigo mostrar sus dientes, con sus ricos acuestas, pero que no se olvide, que es pasión revolucionaria, la que largamos en calle, que no perdemos, que es cotidiano en nosotros para mirar hacia delante. Que venga la mordida cada vez que quiera, porque a su ambición de dominarnos le responderemos con más pasión.
No nos detenemos, menos aún nos cansamos, nosotros los pueblos del mundo nacimos de pie conscientes que de morir será de la mismas forma, como ya muchos lo han hecho para heredar de sus luchas su insistente e inacabable pasión revolucionaria.
Esta es la llama inextinguible, la pasión, que nos entrega a la tierra porque es de humanos sentirla, porque es de revolucionario mantenerla, porque es memorable no olvidarla, porque es patriótico defenderla, porque es necesaria cultivarla, porque es de gente enseñarla, porque para nuestros líderes es obligado escucharla.
Que vengan los bloqueos, envestidas y desmanes, que vengan los que quieran, desde el norte y los reyes y las trasnacionales, que publiquen por los medios que están ganando la guerra de los pocos contra los muchos, que sigan sus asedios económicos, que vomiten sus misiles desde los aires, que sigan sus amenazas y nosotros construyendo amaneceres porque en revolución la pasión es la victoria.