El arte de la política: La oposición y la usurpación a los payasos en Venezuela
David Gómez Rodríguez
En principio quiero pedir perdón a todos aquellos cultores y profesionales que trabajan como payasos y son capaces de sacarnos una sonrisa en medio de una calle, en un circo o en una fiesta de niños. No sé trata de ustedes este artículo, pues cuando le digo payasos a los actuales “líderes” de la oposición venezolana me estoy refiriendo a un opaco, grotesco y ridículo ser, que bien se merecería una nueva palabra para definirlo. No obstante, ellos insisten en parecerse al payaso pintado por el maestro César Rengifo en 1971. Payaso con carita de perdedor. Miro el retrato y me pregunto ¿Estaría pensando César Rengifo en los payasos derrotados, los que no hacen reír? ¡Qué triste!
En artículos pasados utilice los Demonios de Grunewald para graficar el alma y las acciones de aquellos que intentan promover el fascismo en Venezuela. Hoy, sin embargo, su imagen no causa ningún temor, sólo produce risa y tristeza. ¡Son la vergüenza de la historia y de la política! ¡Un sentimiento ambiguo y lastimero!
La oposición venezolana está actualmente fragmentada, sin programa, sin liderazgos, sin credibilidad y con una sonrisa idiota, cómo la de un loco que juega con su propio excremento. “Cinco toletes” cómo diría Miguel Ángel Pérez Pirela, más la extrema derecha fascista, componen a la actual oposición venezolana. Sacando esas cuentas uno puede entender la incapacidad de la oposición de avanzar en un proyecto político. Pero si a eso le incorporas un montón de pataletas no verás ni siquiera una variedad de opciones políticas, si no una escena de Los tres chiflados golpeándose de manera caótica unos contra otros. Pues mientras personajes como Manuel Rosales, Capriles Radonski y Henry Falcón se inscribían en el CNE para optar a cargos de elección popular, María Corina Machado llamaba a la abstención e impulsaba planes terroristas. Frente al pletórico drama Juan Requesens, con carita de payaso triste y derrotado, aseguró:
“Este país demanda respuestas y lo cierto es que mientras nosotros nos estamos peleando entre nosotros y estamos tratando de imponer narrativas a la fuerza, en un contexto que está así de jodido como está, el Gobierno sigue avanzando (…) y lo están haciendo sobre la división de nosotros”.
Las declaraciones dejan clara la situación de sus partidos, pero también devela la poca claridad del panorama político y organizativo que tienen sobre el chavismo, pues no es gracias a la división de la oposición que la revolución avanza, sino a pesar de ella. El chavismo ha sabido construir una unidad monolítica con diferentes frentes de batalla, teniendo como centro al movimiento popular en ejercicio permanente de la democracia participativa y protagónica, la disciplina partidista y la unión cívico-militar-policial. Es por esto que va de victoria en victoria.
Al final de la jornada de este 25 de mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) informó que el chavismo obtuvo 5.024.475 votos en los comicios regionales y parlamentarios, lo que representa el 83,42% del total de votantes. Con el liderazgo del presidente Nicolás Maduro la victoria del chavismo, que logra 23 gobernaciones y 253 curules de un total de 285 en la Asamblea Nacional, es tan avasallante que ni siquiera la participación es cuestionable. El proceso electoral se desarrolló en paz y esa paz es tan abrumadora para la oposición que no han podido repetir ni siquiera la estrategia de la deslegitimación en el escenario internacional. Es decir, la aventura del payaso Guaidó no será un acto que se vaya a repetir.
En términos numéricos la oposición está así mal: la Alianza Democrática obtuvo 361.769 votos (6,01% del total); Un Nuevo Tiempo (UNT), recibió 304.425 votos (5,05 %); y Fuerza Vecinal, 141.588 votos (2,35 %). Literalmente, de cuestionar las elecciones presidenciales de manera agresiva pasaron a ser una minoría avergonzada y contradictoria. Uno se pregunta ¿Para la oposición venezolana el CNE es legítimo o no es legítimo, funciona o no funciona? Esta pregunta la responderá algún personaje como Capriles Radonski haciendo malabares, mientras le imprimen su carnet de diputado con la firma de Jorge Rodríguez en la parte de atrás.
Ojalá los payasos de verdad retomen el escenario y cese la usurpación, pues no es posible que tan noble oficio sea mancillado por tan ruines actores. La oposición venezolana sería un verdadero chiste si no hubiese hecho tanto daño: muertos víctimas del fascismo, robo de activos venezolanos, promoción del sufrimiento a través de sanciones económicas, migración inducida y xenofobia. En tal sentido, pedimos a los payasos de Venezuela que se manifiesten contra esta atrocidad que la oposición venezolana pretende hacer contra su imagen y contra la comicidad.
Dirían en mi pueblo “zapatero a su zapato”, la oposición debería ocuparse de construir una fuerza política digna de Venezuela y dejar de hacer monerías ridículas o malabares sangrientos. Deberían comenzar a hacer política nuevamente, con P mayúscula, con la constitución por delante, pues desde la coherencia y la sindéresis hay muchas cosas que mejorar en el país y bien le haría a la República tener actores, que colocando a los intereses de la patria como centro, puedan hacer críticas en impulsar proyectos que aporten al desarrollo nacional y no al entreguismo y al caos melodramático.
En fin, la moraleja para la oposición democrática es que aun sabiendo que no son una opción para ganar, pueden ser serios con sus adeptos y con la República, pues siendo minoría también se puede hacer un papel digno. Ojalá Chávez se les aparezca en un sueño y a fin de que puedan entender, les regale una epifanía patriótica.