La violencia política hacia las mujeres es un fenómeno global que atraviesa todas las sociedades, pero que se agrava en contextos de desigualdad y opresión. Desde una perspectiva de izquierda, esta violencia no es un hecho aislado, sino una consecuencia directa de sistemas políticos y económicos que perpetúan la dominación masculina y la explotación de las clases trabajadoras, o que sin duda la convierte en una batalla que resulta esencialmente una batalla que parte de las clases.
En un sistema profundamente opresor, la violencia política hacia las mujeres conviene, pues siendo un vicio arraigado en las culturas patriarcales y capitalistas que no solo la promueve, sino que la practican y, desde allí, se legitiman hasta sus últimas consecuencias.
Y es que aunque pareciera que se tratara de términos a los que hemos trascendido en la construcción del socialismo bolivariano y feminista, vale siempre el camino a la confrontación de todo aquello que nos aleja de esta patria justa, inclusiva e incluyente que hemos asumido para todas y para todos.
El sistema capitalista, basado en la acumulación de capital y la explotación de la fuerza de trabajo, exacerba las desigualdades sociales y económicas. Las mujeres, históricamente relegadas a roles subordinados y precarios, son especialmente vulnerables a la violencia. La precarización laboral, la falta de acceso a recursos y la desigualdad salarial aumentan su dependencia económica y las exponen a mayores riesgos.
Por su parte, el sistema patriarcal dedicado a asignar roles y privilegios desiguales a hombres y mujeres, otorgando a los primeros un poder superior en todos los ámbitos de la vida, construye jerarquías de género, por demás injustas que se traducen en violencia física, psicológica y sexual hacia las mujeres y a todo aquello que se asuma como femenino intensificándose en el ámbito político, cada vez que las mujeres intentan acceder a espacios de poder tradicionalmente reservados para los hombres.
Este tiempo de convocatoria hacia lo femenino involucra una exhaustiva revisión de nuestros tiempos, de nuestros discursos, de nuestras acciones individuales que suman a esta estancia colectiva que somos y que nos llama a poner ojo avizor sobre aquellas palabras acciones que cierran o esconden los caminos de crecimiento para todas las mujeres dispuestas a hacer revolución.
Nosotras y nosotros venceremos.
Palabra de mujer.
CAROLYS PÉREZ
ÚN.