La lucha contra el cambio climático es una lucha contra el capitalismo | Por: Erikmar Balza Guerrero
El calentamiento global causado por la sociedad mundial tiene sus raíces en un sistema social y económico que ejerce una relación parasitoide con el planeta donde vivimos, impulsados por una necesidad desesperada de ganancias y acumulación de riquezas en manos de los grandes explotadores del mundo. Esa es la verdadera razón detrás de las postergadas medidas eficaces para detener la crisis climática que ya empezamos a padecer.
Los creyentes en una economía de mercado están consternados por las voces radicales que sostenemos que el capitalismo es incompatible con una acción climática efectiva, este año la evidencia de que las consecuencias para la humanidad podrían ser graves y potencialmente catastróficas se ha vuelto más convincentes que nunca.
Los procesos regulatorios del sector privado, creado además por los dueños de las grandes trasnacionales no han traído cambios sustanciales a efectos del clima, ellos por el contrario no eliminan el afán de lucro de la economía eludiendo cualquier restricción efectiva.
La inversión y esfuerzos dirigidos por el estado está bien, pero por sí sola no desafía particularmente al capitalismo como sistema socioeconómico. De hecho, en el peor de los casos, ayuda a superar aspectos de la inestabilidad inherente del capitalismo.
A medida que nos acercamos a la catástrofe climática, lo que se necesitará con urgencia es un plan democrático global para la economía que garanticen la distribución adecuadamente de los recursos y podamos organizar nuestra sociedad de manera efectiva y justa.
Un acuerdo marco internacional, podría iniciarse por la discusión en virtud de una revolución industrial ecológica y sustentable que amplíe la propiedad pública y democrática en la medida necesaria para la verdadera transformación. Así como enfrentar la crisis de refugiados que se avecina, como víctimas del cambio climático. Atender este desafío de manera urgente como una política transversal a las consecuencias del cambio climático.
También es cierto que llegar a la raíz del problema del capitalismo va a chocar de frente con los sistemas políticos y legales dentro de los aparatos gubernamentales. Lidiar realmente con la propiedad social de los medios de producción y distribución de las naciones, es el verdadero desafío financiero, político y social.
Por supuesto, si ve el cambio climático desde una perspectiva revolucionaria, entonces rompe las leyes capitalistas. La cuestión real va a ser tanto la interpretación de «hasta donde sea necesario», como también la voluntad política para impulsar los cambios sobre la planificación de alternativas de producción y reproducción socioeconómica.
Pero en el contexto del capitalismo globalizado que genera desigualdad tanto dentro como entre países, mirar la crisis climática a través de una lente nacional sería incorrecto. Sin embargo, es justo exigir que estas grandes potencias abracen una transición global que reconozca su responsabilidad histórica ante la crisis.
Esta misma no es una crisis distinta, está irrevocablemente vinculada a un sistema económico injusto que está exterminando al planeta. A pesar de, es importante señalar que la crisis no ha significado, por sí sola, un descarrilamiento del modelo neoliberal, ni el fin de sus fundamentos teóricos. Todo lo contrario, se refuerzan los mecanismos de poder. El neoliberalismo sigue siendo el pensamiento dominante en las universidades, centros de investigación y los espacios de injerencia internacional continúan influyendo en gobiernos de derecha y centro. No obstante, en América Latina siguen naciendo y fortaleciéndose experiencias que vislumbran una esperanza para la humanidad, creando una ruta alterna al neoliberalismo.
ERIKMAR BALZA GUERRERO