El jardín perfecto del imperialismo depende de la vigilancia, control y poda de nuestras cabezas. No se trata únicamente de ejercer el poder sobre los cuerpos, convirtiéndolos en máquinas dóciles para la producción industrial sino que el terreno de dominación del capitalismo se expande a nuestras mentes, a nuestra voluntad, dentro de un universo que ha llamado Byung Chul Han el régimen de la información. A propósito de este tema central de la sociedad del siglo XXI, el artista polaco Pawel Kuczynski devela las formas en que las élites políticas y económicas operan para dominarnos y mantenernos dóciles, drogados de información y con las cabezas bajas, advirtiendo que de lo contrario, podarán nuestras cabezas como si fuéramos una plaga o una rama indeseable en su jardín. De esta forma los capitalistas transhumanos utilizan lo que debería ser una herramienta para el desarrollo como un arma para la vigilancia y la dominación en una nueva forma de fascismo 2.0.
Respecto a esta forma de control del imperialismo en medio de una sociedad que se ha reconfigurado en redes, Castells indican que “la nueva morfología de nuestras sociedades modifica la forma de ejercer el poder”, por cuanto no se trata solo del Estado y la realidad material, sino de un sistema que hegemoniza sobre la estructura económica y procura instrumentalizar a favor de la hegemonía capitalista la cultura, la psicología y las plataformas digitales. En este contexto los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel central en la configuración de la realidad y la lucha por la libertad de pensamiento, pues estas sirven como armas en la llamada guerra cognitiva, donde las élites económicas a través de su control sobre las tecnologías, los medios de comunicación y la industria cultural en general manipulan la percepción sobre la realidad con el fin de acumular poder económico y político, preservar el capitalismo y ampliar su control sobre el mundo y sus significados. Como en la ilustración de Kuczynski, es conveniente para el imperialismo y sus magnates fascistas mantener a las personas con la cabeza gacha, anestesiados y enterrados… sosteniendo, como la tierra, el peso de la opulencia mientras condecorar con likes y corazones virtuales a los yates y perros de Musk, Trump y Zuckerberg, pero no miramos la amenaza y la miseria en la que viven las mayorías, es decir, nosotros, los maestros, obreros y campesinos en el mundo material. Por eso nuestra más importante herramienta de liberación es cultivar nuestra conciencia y la de nuestros congéneres.
La digitalización de todo cuanto existe, incluso de las propias personas en forma de avatares y perfiles, ha creado una realidad virtual donde una nueva forma de alienación encuentra su madriguera. El sistema nos aturde y nos hace sumisos ante la avalancha de datos, símbolos e información que nos arrastra, condiciona y deforma. Esta estrategia de dominación no sólo plantea una forma de control sistémico sino que constituye un atentado para la vida privada, pues la forma de pensar y relacionarse de las personas con el mundo se transforman en datos que son usados como mercancía en lo que Zuboff llama “mercado de futuros conductuales”, el cual es controlado por gigantes como Google, Amazon, Facebook, Silicon Valley, Apple y Microsoft. Estas compañías, conocidas por el acrónimo GAFAM, utilizan la información que nos roban para manipularnos y transformarnos en parte de una masa adicta a lo digital y ajena a su realidad material y política. La operación es tan descarada que ya en 2012 compañías como Facebook desarrollaron experimentos a gran escala para probar que podían «afectar las emociones y el comportamiento del mundo real, de maneras que pasaran por alto la conciencia del usuario», cuestión por la que luego pidieron “perdón”, aunque no se detuvieron.
La burguesía con satélites no tienen solo industrias, ahora también tienen en sus manos el control de las plataformas tecnológicas que sustentan las nuevas formas de comunicación de la humanidad, y se declaran por encima de la moral, los pueblos y los Estados. Así la clase dominante no sólo ejerce control sobre la cadena de producción industrial, también ostenta el dominio sobre la cadena de producción ideológica, convirtiéndose en élites sin regulación, capaces de provocar graves trastornos políticos, económicos y sociales en el país que pongan bajo su mira. Brito García explica en su libro Dictadura mediática que “la guerra cultural, como la internacional, no es peleada sólo por el aparato político: para ella se movilizan todos los recursos económicos y sociales (…) A los arsenales de la guerra psicológica las armas de la guerra cultural. Con operaciones de penetración, de investigación motivacional, de propaganda y de educación, los aparatos políticos y económicos han asumido la tarea de operar en el cuerpo viviente de la cultura. Esta operación tiene como instrumental quirúrgico un arsenal de símbolos, como campo el planeta, como presa la conciencia humana. Sus cañones son los medios de comunicación de masas, sus proyectiles las ideologías”.
En este contexto las formas de interacción social están siendo modificadas de forma drástica, generando fenómenos como la depresión, el aislamiento social, la idiotez (entendida en su acepción original), la visión distorsionada de la realidad y la adicción tecnológica. Las formas en las que el ser humano entiende cuestiones como la vida en sociedad, el amor e incluso el placer están siendo seriamente modificadas en virtud de los intereses del gran capital. La esencia de esta operación es fascista, pues en función de la dominación están transformando las herramientas en armas… Y como en la ilustración de Kuczynski, envés de usar una podadora para controlar la maleza la usan para podar cabezas. Es un juego perverso que busca hacernos dependientes, hiper-consumistas, individualistas y defensores del sistema que nos oprime como individuos, como clase y como pueblos. Y aunque el relato parece una película de ciencia ficción, es hora de tomarnos la pastilla roja, pues, si no lo vemos, simplemente estamos sumergidos y esclavizados en la matrix, como el hombre que lleva la podadora en la imagen, el cual no es un burgués sino un asalariado más al que le pagan por hacer el trabajo de “limpieza”.
La agresividad del imperialismo ha venido in crescendo, Ludovico Silva en su libro Medios de Comunicación, ideología y estrategia imperialista ya nos hablaba de las formas que adopta la ofensiva comunicacional y simbólica del imperialismo cuando ve amenazada su hegemonía, “Este suministro constante de ideología tomará diferentes formas en cada formación social, dependiendo del nivel de confrontación de la lucha de clases. Durante períodos tranquilos, la transmisión de mensajes ideológicos será subliminal, estará cubierta y disfrazada; pero en momentos de crisis, cuando la lucha de clases esté abierta, la ideología tomará una forma feroz, directa y explícita”. Las circunstancias actuales, donde la hegemonía del imperialismo se ha visto seriamente amenazada, nos permite pensar que el desarrollo de una fase totalitaria y violenta está iniciándose y nos obliga como pueblo a pensar que, como en la superación del capitalismo los medios de producción material se debaten por la clase trabajadora, las tecnologías y los medios de comunicación deben ser también propiedad del pueblo en el ejercicio de su poder y de su libertad, de lo contrario podarán incluso nuestras cabezas y las ilustraciones de Kuczynski no serán metáforas sino espejos.