El panorama de las elecciones en Perú no solo ha colocado a cada uno de los candidatos en la acera del triunfo, sino que los ha intercalado también en el terreno de las tentaciones de alertar un fraude. El domingo en la noche y antes de que se dieran a conocer los escrutinios del órgano comicial, la alquimia de las encuestas a boca de urna empezó dando arriba a Keiko Fujimori.
En el bunker de la candidata celebraron la pírrica ventaja como si se tratara de una proyección de una victoria por “goleada”.
Después del rito de saltos, de abrazos y conteo regresivo como quien espera el año nuevo, Keiko declaró con el tono sereno y sensato de quien entiende después que celebraba con demasiado entusiasmo una encuesta que era el retrato casi perfecto de un empate.
Con voz pausada y suave reveló la cara desconocida de una competidora inclinada por la vocación de una guerrera. Dijo que al ver un margen tan pequeño, era “fundamental mantener la prudencia”.
Fingir prudencia
Aferrada a la esperanza de que las encuestas fueran el adelanto de una meta para la que se ha quedado corta 2 veces, habló como una “estadista”, admitiendo que la campaña ya había terminado y que a partir de entonces era fundamental “tender los puentes y encontrar los espacios de diálogos entre todos los grupos políticos”.
Conservando muy en el fondo la esperanza de ganar, dijo el domingo creyéndose la vencedora que “aquí no hay un ganador o un perdedor”, por lo que invocó a “la prudencia, la calma y la paz”, 3 virtudes que se le terminaron cuando literalmente la suerte le volteó el rostro.
Ya al mediodía del lunes cuando los escrutinios de la ONPE la pusieron por debajo de Pedro Castillo, dejó de creerse el sonsonete conciliador de su voz el domingo y se le salió la raza que distingue a casi todas las derechas en el continente al cantar fraude.
Pero el drama de su denuncia es que increíblemente tiene que configurar la trama de la conspiración de las instituciones con una causa política “comunista” que precisamente compite con los obstáculos de un Estado que se ha propuesto no dejarle ganar.
No contaban con perder otra vez
Keiko pasó de la moderación al puchero de fraude. Desde si bunker denunciaron “irregularidades” en el proceso. Presentaron a la prensa una serie de videos de redes sociales, escaneo de actas y boletas marcadas para armar la trama de que increíblemente el partido de Castillo les hizo trampa.
Desde una breve rueda de prensa y apenas con un par de minutos de declaración, la abanderada del fujimorismo aseguró que “hay una clara intención de boicotear la voluntad popular”.
Para posicionar esta idea de la trampa, se crearon la etiqueta #FradeEnMesa, un recurso supuestamente para reunir pruebas con una consigna que no es una sospecha sino ya una convicción.
Este cambio en la actitud, pasando del llamado a la moderación al fraude, revela que la palabra de respetar los resultados solo vale para Keiko cuando la suerte le sonríe, y por ahora la presidencia le sigue siendo una señora muy seria que la estaría desairando por tercera vez en su carrera política.
Mientras tano cuando desde el comando de Pedro Castillo empezaron a vocear fraude por razones de la “boca de urna”, el candidato llamó a la calma. El exhorto funcionó porque sabía que todavía le restaba tiempo al partido en el que parece que en los últimos minutos juega mejor, y así está pasando.