Juventud, ética y política | Por: Rander Ismael Peña Ramírez

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1. Estas reflexiones van dirigidas especialmente a las y los jóvenes que estamos dedicados a la deconstrucción de viejos esquemas instalados en las lógicas del accionar político, aspirando que estas líneas puedan aportar a las nuevas formas de acción política liberadora nacidas desde el 4F de 1992, momento que partió a la historia venezolana en dos.

2. Los agentes que promueven la dominación como ejercicio de la política, (que en Venezuela tienen rostros, nombres, apellidos y que actualmente son los responsables de las sanciones, bloqueos, asfixia económica y demás despreciables acciones para la toma del Poder Político, al margen de la ley y sin que les importe el sufrimiento de nuestro noble pueblo) han querido separar a la moral del ejercicio propio de la política, indicando que la política no tiene moral. Sería terrible que dicha interpretación pueda ser acogida por esta generación, porque sería justamente entender a la política como una actividad sin parámetros éticos; es decir, el corrupto sería el que dejó de cumplir una exigencia normativa, pero no lo sería quien falló en su pretensión de ocultar técnicamente ante la ley los hechos que pudieran encubrir su acto criminal.

3. Al oponer a la ética de la política, se termina dejando a interpretación individual el alcance ético de una acción colectiva. Comienzan de esta forma las interpretaciones «éticas individuales», que pudieran desplazar a la ética política como garantía del bienestar del colectivo, haciendo entender como «válido» el accionar individual que busca su beneficio propio a costa del bienestar de lo público, sin ningún límite que controle su actuación. Aquí debemos entender la distinción entre los principios éticos asumidos en el campo individual-privado a los principios éticos del campo público-político. Se han inoculado algunos principios capitalistas sobre la protección desmedida del Yo, en los que puede llegar a creerse que el bienestar absoluto del individuo se traduce en el beneficio individual; esto antagoniza notablemente con nuestra concepción liberadora en el campo de la acción política, es decir, lo público, cuestión que nos obliga a pensar en el todo.

4. Por tanto, la lucha vigente hoy día sigue siendo entre los principios prácticos del capitalismo como sistema de mercado versus los principios éticos revolucionarios como garantía de la Suma felicidad para nuestro Pueblo. En este sentido, es una tarea fundamental que esta generación política pueda plantearse el alcance ético de la política liberadora. Parafraseando a Enrique Dussel, ahora y en el transcurso de este escrito, debemos determinar: ¿Cuáles son las normas básicas de la responsabilidad histórica generacional que nosotros tenemos?.

5. En este sentido, la tarea principal que tenemos es entender la aplicación de los principios éticos-revolucionarios en el ejercicio práctico de la política en cada uno de los campos de acción donde nos encontremos. No sólo basta con definir conceptualmente los principios éticos-revolucionarios que nosotros tenemos como generación, sino que debemos comprender a profundidad principios políticos, económicos, sociales, legales y de otros campos de acción, buscando las similitudes con los principios éticos Bolivarianos para que tengamos una correcta aplicación normativa en campo.

6. Hay dos modelos en pugna histórica permanente: el clásico modelo político de dominación cuyos principales exponentes son la oposición venezolana, para los cuales lo verdaderamente importante es alcanzar sus objetivos sin importar el método que utilicen para lograrlo; y otro que es el modelo ético político normativo de la Revolución Bolivariana cuyo centro es garantizar la mayor suma de felicidad posible para nuestro pueblo. Si nuestras acciones no permiten alcanzar más felicidad para nuestro pueblo, estas dejan de ser correctamente éticas.

7. La ética como guía para el ejercicio de lo correcto en las labores públicas ha querido ser desvirtuada, manipulada o acomodada bajo el esquema capitalista. Así se ha planteado darle rostro humano a este último, «corrigiendo» los defectos del neoliberalismo, es decir, los principios de la economía bajo esquemas capitalistas han querido subsumir la ética para justificar sus perversiones y las permanentes fallas del capitalismo, acudiendo a «la ética» bajo esquemas conceptualmente instalados que se asumen correctos pero que son antagónicos al bienestar colectivo de la sociedad. Por ejemplo, la protección en demasía al individuo por encima del resto; el egoísmo o la competencia insana llevan a pensar sólo en el bienestar y crecimiento del individuo en detrimento de lo colectivo-público, por ello se explica en sí mismo que estas lógicas instaladas terminan siendo los principales motores conscientes o inconscientes de los actos de corrupción.

8. Tenemos que fortalecer los principios éticos integrados a principios políticos y económicos, cuyo eje transversal sea siempre el bienestar y la felicidad del pueblo, precisamente para enfocar nuestro pensamiento en lo político- público y no en el beneficio individual de un sujeto en ejercicio de sus propias funciones delegadas circunstancialmente por consentimiento del depositario del Poder Real, que es nuestro Pueblo.

9. Si hay alguna máxima que la Generación de Jóvenes Bolivarianos constructores de lo bueno y hermoso, es que toda acción que esté dirigida a afectar la felicidad total de nuestro pueblo, es un acto NO-ético, es un acto inmoral y corrupto, por tanto es un acto que debe ser combatido por todas nosotras y nosotros. Quienes tenemos la obligación histórica de defender y promover los principios éticos-normativos de la Revolución Bolivariana, tenemos que ser implacables e intolerantes a lo que genere tristeza al pueblo venezolano.

10. Compañeros de la Generación de Chávez y Nicolás, los actos de corrupción violan directamente los principios de la justa distribución de los recursos; como indica E. Dussel: «si no hubiera escasez, no existiría la política, ni la economía, habrían infinitos bienes para las necesidades humanas siempre menores», pero al no ser así, es nuestro deber político normativo el garantizar la justa distribución de los recursos limitados, debemos obligarnos a ser cada vez más eficientes y éticos en el ejercicio de la administración del recurso. Al violar este principio estaríamos dando cabida al fortalecimiento del sistema neoliberal que permite la existencia de sociedades desiguales.

11. Hermanos(as), como joven defensor del Proyecto Bolivariano, del Legado del Cmdte. Chávez, bajo la dirección política del Pdte. Nicolás Maduro, les digo: tenemos la hermosa obligación de ser la garantía de que nuestras acciones puedan colaborar a la mayor felicidad que nuestro pueblo anhela, que cada hombre y mujer al ver a una o un joven lo relacione con la honestidad; la pretensión política de justicia y lo éticamente correcto. No podemos fallar.

SI LA JUVENTUD FALLA, TODO FALLARÁ.

Rander Ismael Peña Ramírez

 


 

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