El pasado martes el presidente de Colombia, Iván Duque, asistió al Parlamento Europeo para hablar de la cooperación internacional y el proceso de paz entre otras cuestiones. Duque fue recibido por un grupo de europarlamentarios recordándole su responsabilidad en las graves violaciones de derechos humanos en Colombia durante su administración, lo cual se agradece mucho. Fue allí a hablar de un país con una economía creciente, un país de políticas públicas que responde a las necesidades de la gente, uno que está implementado adecuadamente los acuerdos de paz, vamos, uno que solo existe en su imaginación y que respalda sus intereses económicos con la Unión Europea.
Voy a tomar algunas de las afirmaciones realizadas por él en su discurso –me falta espacio para desvirtuar otras tantas– y seguidamente mostrarles cómo eso que dice no corresponde a la realidad. Lo primero que plantea es que le dieron la noticia de que en Colombia “alcanzaremos en el año 2021 el mayor crecimiento de nuestra historia”. No se entiende cómo mide ese crecimiento económico en un país en donde 7,3 millones de personas aguantan hambre, en donde la inflación está disparada y el poder adquisitivo está por los suelos. Esto lo sabe la población colombiana que lo padece todos los días, pero lo reveló el mes pasado el informe “Focos de Hambre”, elaborado por la FAO de Naciones Unidas. Más de 300 niñas y niños han muerto en los últimos dos años por desnutrición. Además, el peso colombiano cerró el año pasado siendo la moneda más devaluada de toda América Latina.
También afirmó “logramos poner en marcha el programa de educación pública gratuita que hoy es política de Estado y que nos permite llevarle matrícula gratis al 97% de los matriculados”. Pero olvidó decir Iván Duque que esa política fue una respuesta que se vio obligado a dar a las constantes movilizaciones sociales promovidas por los jóvenes universitarios como la del paro del 2019, año en que la represión policial fue brutal, con torturas, detenciones ilegales y asesinatos como el del joven Dilan Cruz a manos de la policía nacional y cuya muerte sigue en la impunidad.
Se mostró muy preocupado por temas medioambientales afirmando que “la Colombia que hoy les habla es la segunda nación más biodiversa del planeta y juntos tenemos que enfrentar la crisis climática que nos agobia”. Sin embargo, pasó por alto que Colombia es el país en el que más líderes medioambientales son asesinados en el mundo y que su gobierno no ha ratificado el “acuerdo de Escazú”, como se le conoce al acuerdo regional para la protección del medio ambiente.
Señaló: “La paz no la dejamos de atender un solo momento en plena pandemia, hemos logrado más de 3.000 millones de dólares de inversión en las regiones que han sido históricamente más golpeadas por la violencia”. Gran parte de los problemas sociales y económicos que enfrenta hoy Colombia se debe a la negativa del gobierno de Duque a cumplir con lo pactado en los acuerdos de paz firmados con las FARC, mientas va por el mundo pidiendo dinero de la cooperación internacional para “cumplirlos” mostrando avances que ni siquiera han dependido de su trabajo, sino del esfuerzo de las comunidades y organizaciones sociales. La misma Corte Constitucional declaró el pasado mes de enero el Estado de Cosas Inconstitucional por la falta de implementación del acuerdo de paz, es decir, reconoció judicialmente que hay una violación masiva del acuerdo final de paz por parte del gobierno nacional. Este incumplimiento, del que también habló el informe de la FAO –señalado anteriormente–, ha provocado nuevas oleadas de ataques violentos y 61.000 nuevos desplazados internos entre enero y septiembre de 2021. Solo en este año van 19 masacres y 23 líderes sociales asesinados, en total 1309 líderes sociales y 303 excombatientes desde que se efectuó la firma del acuerdo final en 2016.
No podemos olvidar la brutal represión policial y militar con la que Iván Duque sometió a la población colombiana que salió el año pasado a reclamar por todo esto. Estamos hablando de 80 personas asesinadas, de más de 3200 detenciones arbitrarias (sometidas a torturas y tratos crueles) así como cientos de personas desparecidas –algunas de las cuales han ido apareciendo descuartizadas en bolsas en los ríos del país–, de violaciones, pérdidas oculares y muchos horrores más que el Gobierno nacional no investigó y, en su lugar, ha desarrollado una política criminal de persecución contra las personas manifestantes acusándoles de vandalismo y terrorismo, así como contra organizaciones que estuvieron informando sobre los abusos policiales.
Y finalmente, se preocupó por criticar al gobierno de Venezuela –como si tuviese autoridad alguna para hacerlo con todo el desastre que tiene en casa–, diciendo que es “la causa de la tragedia (…) que día a día va generando más diáspora, más flagelo y más deterioro del tejido social”. Y es curioso, con esa cita sí que me identifico, porque es justo lo que yo pienso de su gobierno y la recibo desde el país de Europa que más población colombiana recibe año tras año solicitando asilo y huyendo de la guerra. A Iván Duque le falta vergüenza y le sobra cinismo para salir del país a decirle a Europa que Colombia es un remanso de prosperidad y bienestar, cuando a la gente la está matando el hambre y la violencia, siendo él con su desgobierno el responsable directo de todo lo que está sucediendo.