La importancia que ha alcanzado Venezuela para los asuntos internos de la política norteamericana está adquiriendo niveles que rayan en lo increíble. El autoproclamado “presidente” venezolano, Juan Guaidó, ha organizado la entrega de cajas de comida en un formato similar a los Clap, en la comunidad de Doral, Miami. La iniciativa que se encubre tras un velo pretendidamente “humanitario”, en realidad buscaría “arrimarle” votos a un Donald Trump, que se encuentra cuesta abajo en las encuestas.
La actividad puesta en práctica por el supuesto embajador del guaidosismo en EE.UU., Carlos Vecchio, es una manera de ganar adeptos para la causa de Trump. Fundamentalmente, entre los venezolanos que ya están legalizados en esa nación y además tienen derechos políticos. Es decir, que tendrán la opción de votar en las presidenciales norteamericanas del próximo 03 de noviembre.
Trump en desespero
Asimismo, este acto representa un intento desesperado de Trump por recuperar simpatías en el seno de las comunidades latinas asentadas en su país. En tal sentido, ayer el propio Trump emitió declaraciones incendiarias, acusando a su principal contendor el demócrata, Joe Biden, de ser una marioneta castro-chavista.
En reiteradas oportunidades, Trump ha hecho amenazas de intensificar una política de agresión total contra los gobiernos de Cuba y Venezuela. Y, en efecto, ha recrudecido el esquema de hostigamiento financiero contra ambos países, aun en medio de la pandemia de covid-19.
De esta forma pretende, remontar en las encuestas y asegurarse el respaldo el electorado latino en un estado decisivo para ganar las presidenciales como lo es Florida.
Trump ha trabajado claramente en la dirección de crear una posverdad en torno al candidato Biden, acusándole de socialista. Con ello busca atizar los miedos de la población norteamericana y lograr su objetivo de reelegirse presidente por un nuevo período de 4 años.
Por su parte, Guaidó ha sido el peón de Trump para la ejecución de una política de hostigamiento y persecución financiera contra el país, que ha llevado a la economía venezolana a una situación comprometida, con pérdidas estimadas en más de 100 mil millones de dólares. De este modo ha obstruido programas vitales como el Clap.
En ese contexto en casi 2 años de supuesto mandato, el interino jamás ha movido un dedo por llevarle comida, o algún tipo de auxilio, a los venezolanos que sí están en el país y pasan necesidades, gracias a su política profundamente antivenezolana. El gobierno legítimo venezolano en cambio, sí se ha ocupado de distribuir y suministrar el Clap a más de 6 millones de familias para que puedan soportar los embates de esta agresión.