Hace 13 años no se hablaba de Los Rastrojos y mucho menos de autoproclamaciones, se hablaba de soberanía y dignidad.
Hace 13 años el barril de petróleo estaba occilando los 68$ y en la radio sonaban Labios Compartidos de Maná y SexyBack de Justin Timberlake, haciendo lo suyo por la transculturización. Hace 13 años estábamos aun llorando por no haber ido a la copa Alemania 2006 con La Vinotinto. Hace 13 años se estrenaba El código DaVinci, El laberinto del Fauno y La batalla final de los X-Men en las salas de cine, en el país de las oportunidades.
Hace 13 años no pensábamos en que el líder de la Revolución Bolivariana no estaría con nosotros para celebrar este maravilloso discurso antiimperialista, que marcaría un antes y un después de la historia política del continente. Un instante donde se rompieron los protocolos y estigmas, desde el podio de mármol, se derrumbaron barreras ideomáticas y con una simple señal de la cruz, dejó claro quién era el enemigo de los pueblos.
Hace 13 años se plantaba el Comandante de Sabaneta en la sala inmensa de la ONU, para contrapuntear como Florentino contra el diablo.
Como dijo Hugo Chávez esa tarde del 20 de agosto: «Huele a azufre, todavía».