Las complejidades de las nuevas estrategias para imponer un modelo neoliberal en los países en los que se asoma la autodeterminación y la soberanía van cambiando a cada segundo. Entender la guerra de 4ta generación es tarea de todos para seguir defendiendo la libertad y por ello compartimos una entrevista que realizó el medio Sputnik a un especialista para que detalle las claves que pondrán en contexto la medida de suspensión de la red social X en Venezuela.
En un movimiento que ha generado amplia cobertura mediática, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la suspensión por 10 días de la red social X (anteriormente conocida como Twitter) en todo el territorio venezolano.
El anuncio fue hecho el 8 de agosto en una transmisión en cadena nacional, en la que acusó a la red social X (antes Twitter) de ser un «instrumento de guerra psicológica», utilizado por potencias extranjeras en el marco del «asedio multidimensional» impulsado por Washington contra la nación suramericana.
Para entender las implicaciones de esta medida, Sputnik conversó con Emilio Hernández, PhD en Ciencias Computacionales de la Universidad de Southampton y profesor de Computación y Redes de la Universidad Simón Bolívar.
Un historial de injerencia política
El especialista destacó que esta no es la primera vez que X, propiedad del empresario Elon Musk, se ha visto envuelta en campañas que han avivado distintos conflictos políticos.
«Lo de la Primavera Árabe en varios países del norte de África fue uno de los primeros casos en los que dicha red social tuvo un protagonismo principal», señala.
Este fenómeno, según Hernández, fue potenciado por las características propias de la plataforma. Agregó que «Twitter era en ese momento mucho más destacado, importante, que ahora, por su brevedad y dado el nivel de velocidad de internet de la época».
El académico también destaca cómo X, bajo la dirección de Elon Musk, ha tomado un rol más polémico, alineándose con «sectores conservadores» a nivel global. «Ahora está tomando partido explícito en contra de todas las opciones de izquierda o, mejor dicho, las que menos son de derecha en todo el mundo», subraya.
En 2019, la antigua red social Twitter fue señalada por Luigino Bracci, ciberactivistas venezolano, como responsable de las campañas de odio contra el chavismo, articuladas con los intentos de desestabilización política del país impulsados por EEUU a través de su “cabeza de playa” en la nación suramericana, Juan Guaidó.
«Hemos conocido de primera mano sobre las sanciones que la empresa Twitter ha colocado a periodistas y tuiteros, tras denunciar actos de violencia contra partidarios del chavismo y es absurdo. Los están sancionando porque las imágenes que colocan como evidencia de estas agresiones supuestamente violan las normas de Twitter ¡por ser muy violentas! ¡Los penalizados no son los agresores, sino el periodista que denuncia a los agresores! Del otro lado, vemos una impunidad total», denunció en su momento Bracci.
Financiamiento y control
Otra de las preocupaciones que han surgido en torno a las redes sociales, particularmente en el contexto venezolano, es su vinculación con intereses extranjeros. En este sentido, Hernández señala que el financiamiento inicial de capitales de riesgo para plataformas comunicacionales «siempre tiene un piquete político, es decir, son capitales que de alguna manera se saben apoyados por el Pentágono, por el Estado profundo o el Deep State estadounidense».
El portal de investigación The Intercept mostró en un extenso reportaje que el ecosistema de redes sociales, propiedad de emporios tecnológicos en Estados Unidos, había sido financiado en sus inicios por capitales de riesgo asociados a la CIA, en especial In-Q-Tel investments.
Según Hernández, estas plataformas han sido instrumentadas para ejercer «dominación cultural», reemplazando a los medios de comunicación tradicionales en función de convertirse en las plataformas monopólicas de difusión de contenidos.
«Uno ve cómo lo que a veces llaman la ‘dictadura del algoritmo’, que son los algoritmos realmente, porque cada aplicación tiene sus propios algoritmos, expresan una influencia política, influencia ideológica en la selección de los mensajes, los videos y los audios, etcétera, que le llegan a los diferentes usuarios», destaca.
Una red social al servicio de los pueblos
En 2021, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador advirtió que altos directivos en México de la red social Twitter (hoy X) estaban estrechamente vinculados con la oposición del país latinoamericano y alentaba la desinformación y censura en Venezuela. Al respecto, considero que ya era momento de avanzar en la creación de una red social mexicana para evitar que la libertad de expresión se viera amenazada por los intereses privados, dueños de empresas como Facebook (Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, está proscrita en Rusia por extremista) e incluso Twitter.
El articulista Dominique Correa consideró al respecto de la idea de AMLO que esta no era «ingenua», sin embargo, debía pasar por varios obstáculos que no necesariamente son imposibles.
«Para que una red social pueda competir con Facebook, necesita alcanzar una masa crítica de usuarios que luego abandonen la plataforma de Zuckerberg. Sin embargo, el éxito de la red social pública rusa VK creada en 2007, conocida como el ‘Facebook Ruso’, prueba que no es imposible. En 2020, VK se convirtió en la red social más popular del país por mensajes intercambiados», explicaba Dominique Correa.
En el caso venezolano, el propio presidente Nicolás Maduro consideró que «algún día más temprano que tarde nacerán las nuevas redes sociales venezolanas y nos liberaremos de esa gente».
Hernández comparte esta visión y explica que el asunto menos sensible tiene que ver con el software, sino más bien con los mecanismos publicitarios «para que sea popular y que realmente sea utilizado por buena parte de la población».
«Debería tener alicientes adicionales o colaterales. Un ejemplo de ello, en Venezuela es el Sistema Patria, que tiene una gran cantidad de beneficios. Ahí podría crearse una red social de comunicación, tipo Twitter, tipo TikTok, o una mensajería tipo Telegram. Y el hecho de que exista una cantidad de elementos colaterales de beneficio podría hacer que se popularice. El tema de hacer entonces un sistema latinoamericano tiene que pensarse en función de cuál sería el atractivo o el beneficio para los usuarios de conectarse en esa red social», concluye.