El diputado, Juan Guaidó, ha vuelto a hablarle al país. Lo ha hecho desde la soledad y la indiferencia más absoluta. Sin embargo, en sus declaraciones, divulgadas por un conocido medio regional, no es posible encontrar nada nuevo, mucho menos interesante.
Este fenómeno del marketing político, parece -como se decía antes- un «disco rayado». Persiste en el antipopular eufemismo de «incrementar» las presiones a lo interno y a lo externo. No obstante, para comprender a Guaidó o al menos aproximarse más a la verdad, hay que saber leer entre líneas. Producto de sus agendas inconfesables, este señor nunca habla con franqueza.
Estrangular la economía
En el plano internacional lo que Guaidó llama eufemísticamente «presión internacional», no es otra cosa que el estrangulamiento sistemático de la economía venezolana. De este modo, tras casi 2 años de supuesto gobierno interino, el mayor «logro» del bloqueo económico han sido pérdidas mil millonarias y el despojo de importantes activos de la nación.
Las consecuencias de este saqueo las padecemos todos, todos los días a través de varias penalidades. Especulación a niveles de depravación, ataque contra la moneda nacional, escasez de combustible y de algunos tratamientos médicos. Deterioro de los servicios públicos, y en general, nos ha hecho la vida más complicada.
Cuando se refiere a la «presión interna», el abanico de opciones es más amplio. La gama delictiva puede incluir guarimbas terroristas prolongadas como las de 2017. Incursión de mercenarios como la operación Gedeón. Plan magnicida como el intento frustrado de 2018. O la «operación Libertad» de 2019, otro eufemismo para camuflar una intentona de golpe de Estado, sin tropas, ni generales.
Tragicomedia
Sino fuera por las pérdidas estimadas en más de 150 mil millones de dólares y el fallecimiento de decenas de miles de compatriotas, Guaidó no pasaría de ser un bufón. Pero este chiste malo ha causado mucho dolor y sufrimiento. El pueblo resiste, sin motivos para la risa, por ahora.
Y no conforme con todo el daño ocasionado, ahora el supuesto interino ha programado una consulta imaginaria. Algo así como una especie de paraelección, para desestimar los resultados de las legítimas elecciones parlamentarias convocadas para el 6 de diciembre.
Al frente de esta nueva comparsa figuran personajes como Blanca Rosa Mármol de León, Carolina Jaime Branger y Enrique Colmenares Finol. También se cuentan personajes como Horacio Medina (tristemente célebre por su figuración en el primer paro-sabotaje terrorista contra PDVSA); Isabel Pereira Pisani, Estefanía Cervó y Rafael Punceles.
Ha sido rotundo el fracaso del guaidosismo. Y su cacareada fórmula de: cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Por ello la oposición de extrema derecha venezolana vuelve a huir hacia adelante con este supuesto plebiscito.
Es la salida más elegante que encuentran de cara a los seguidores que aún confían en ellos. La verdad es que no tienen ideas políticas. Tampoco cuentan con el respaldo de la gente, porque las «sanciones» han sido tremendamente impopulares. Lo que realmente ocurre con estos «líderes»: es que evaden el terreno democrático, porque se saben repudiados por la opinión pública nacional.