Por: David Gómez Rodríguez
Todos hemos visto las terribles noticias de asesinos en serie en EEUU, uno sufre con esas historias y cuando las hacen películas, entre el misterio y el sufrimiento siempre se pueden visualizar a 4 personajes interactuando sobre la sangre: un victimario, una víctima, un justiciero y un pueblo en zozobra. La mayoría de las veces después del daño causado se muestra al criminal tras las rejas o torturado por su propia maldad, y a al pueblo volviendo a la normalidad mientras aplaude al justiciero. También hay casos donde el victimario no soporta el fracaso y termina en el suicidio, cuestión que, aunque terrible, le da aún más tranquilidad a la sociedad que fue víctima de sus atrocidades. Lo más triste es cuando el asesino termina ganando y todo queda en silencio, como el silencio que queda después de detonar las bombas, como el silencio en las ruinas de Libia.
Los asesinos en serie se han hecho un fenómeno criminal usual en el norte, expertos de la Universidad de Radford hablan de 3204 asesinos en serie registrados solo en EEUU, donde se estima que se producen entre 3 y 4 asesinos en serie por mes, dejando un promedio de 110 víctimas anuales. Entonces, así como EEUU es el país con más invasiones y golpes de Estado producidos en el mundo, también es el país con más asesinos en serie ¿Se parecería Ted Bundy a Pinochet? ¿Vivirán en la Casa Blanca los asesinos en serie más poderosos del mundo?
Según el Centro de Formación de Estudio Criminal, un asesino en serie se define como una persona que ha asesinado a tres o más personas durante un tiempo determinado, en el cual hay un lapso de enfriamiento entre cada crimen cometido, en el que suele parecer una persona de comportamiento normal, a pesar de que en la mayoría de los casos son psicópatas o sociópatas. Utilicemos esta definición para conceptualizar a un golpista serial, podríamos decir que son personas que han intentado un golpe de Estado de forma recurrente durante un tiempo determinado, con un lapso de enfriamiento entre cada acto terrorista cometido, donde se muestra como un político carismático, defensor de la democracia y la libertad, a pesar de que en la mayoría de los casos su egolatría, su resentimiento, su desprecio al pueblo, su falta de consciencia moral y su capacidad de mentir y manipular en pro de un objetivo previamente definido, lo conviertan en una especie de psicópata político. ¿Esta descripción le recuerda a alguien?
Analizando el comportamiento de algunos políticos venezolanos, podríamos decir que, con la ayuda de los EEUU, Venezuela en este momento tiene el índice más alto de golpistas seriales. Hay que advertir a la población de este peligro contra la seguridad del Estado, la paz del pueblo y la salud de la república, pues en su enfermizo afán de promover la violencia e imponerse en el poder están dejando una nueva mancha de sangre en la historia y haciendo a sus seguidores psicóticos, mientras ellos se llenan de placer al verse atendidos por su figura paterna, el imperialismo norteamericano. Quizá los líderes opositores venezolanos tuvieron falta de padre y por eso arremeten con violencia neurótica contra la madre de todos, o quizá siguen manifestando a través del sadismo las consecuencias de sus graves problemas en la fase anal, Freud podría darnos luces sobre esto. Vale la pena terminar diciendo que, en esta historia, que con sadismo también han convertido en un producto de Hollywood, el justiciero más poderoso es el propio pueblo, pues gracias a su heroísmo los golpistas seriales quedan cada vez más expuestos, frustrados y moribundos, como vampiros con sed.
@davidgomez_rp