Mientras más cerca está la fecha de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, más se sueltan todos los demonios. Están en marcha una especulación salvaje y fallas recurrentes en los servicios básicos: luz, internet, telefonía (fija y móvil) y por supuesto el agua.
A este combo se añaden las largas colas para echar gasolina. Y un extraño ecosistema creado alrededor de las estaciones de servicio. Con múltiples fallas en torno a los mecanismos de cobro y el despacho regular de las gandolas. La vida cotidiana ya suficientemente trastocada por la pandemia de covid-19, se empieza a parecerse un juego de Jumanji.
La paciencia está sometida a prueba permanente. Y muchas personas no están preparadas, ni física, ni psicológicamente, para sobrellevar esta carga diabólica de angustia. Es común ver en el día a día como muchos se desbordan emocionalmente. Son ciudadanos que en medio de tantas dificultades, se exaltan ante lo que consideran injusticias o incoherencias, inexplicables.
En medio de este clima social de alto voltaje hay intereses creados. Nuevamente, se juegan todas las cartas en función de prender la famosa llama que encienda la pradera. A ello debemos sumar que una porción importante de la población está, literalmente, envenenada por un mensaje de odio. Entonces no hace falta ser un genio para saber que hay fuerzas explosivas en tensión permanente.
Asfixia económica inducida
El bloqueo norteamericano, desde el comienzo se ha propuesto ese objetivo. Quieren forzar la asfixia económica, para que el descontento y la desesperanza lleguen al paroxismo. Así estarían las condiciones dadas para una guerra civil o guerra fratricida.
El liderazgo del presidente, Nicolás Maduro, ha sido lo suficientemente hábil para desactivar esas fuerzas, muchas veces incontrolables. En los momentos más críticos, siempre ha conseguido una salida. La Constituyente de 2017 fue un ejemplo magistral de ello.
Pero hoy en día cuando las fuerzas radicales se sienten y se saben derrotadas, es cuando se tornan más peligrosas. Los violentos de siempre rechazaron la opción de postular sus candidatos y dirimir las diferencias en santa paz, mediante el sufragio.
Una vez más actúan en forma desleal con la institución del voto. Y una vez más manejan agendas inconfesables. Hasta allí todo se mantiene dentro de lo esperado. Sobre todo si hablamos de una verdadera mafia, capaz de negociar a su propia patria.
Sin embargo, a modo de autocrítica, hay que decir que del lado del gobierno urge mejorar la política informativa. Ese ciudadano que padece los embates diarios de un bloqueo criminal en marcha tiene todo el derecho de saber por qué le pasa lo que le pasa. Y qué se está haciendo para corregirlo.
La pareja joven con el niño de 4 añitos que hace una cola de 6 horas bajo el sol inclemente, merece que le expliquen, por qué “no hubo despacho de gandola” y su oportunidad de surtirse se esfumó. Alguien debe decir por qué si el sistema capta huella falla, sólo puedes pagar en efectivo (que no abunda). Y la posibilidad de cancelar con débito, o con petros, muchas veces es un mal chiste.
Si la luz en un sector se va intempestivamente por 14 ó 15 horas, Corpoelec, la alcaldía o las comunidades organizadas deberían “bajar” la información. Lo mismo sucede con el agua y la internet, servicios más básicos que nunca en medio de esta emergencia sanitaria.
Muchas veces da la impresión de que las autoridades, especialmente los líderes regionales, municipales y parroquiales no entienden a cabalidad la importancia tan vital de la información. Según su definición más elemental, es la información un conjunto de datos ordenados para reducir la incertidumbre.
En tiempos de guerra es vital saber a qué atenernos. Pero también saber en lo micro el por qué, la magnitud del daño y las posibles soluciones. Esto le bajaría presiones innecesarias a ese clima potencialmente explosivo, que los sectores violentos quieren instaurar. Pero también es fundamental para empoderar a la comunidad y sumarla a las soluciones.
El 6 de diciembre será la hora de pasarle la cuenta al Guaidosismo y su cadena interminable de crímenes. Pero también será el momento de exigir más contraloría, como lo planteó Luis Britto García. Y más información, como lo establece la Constitución, oportuna, veraz y sin censura. Son aspectos claves para desmontar el golpe en marcha, así como futuras conspiraciones.