Gobernar despreciando | Por: Roberto Hernández Montoya
El rrrÉgimen de MariCori se basa en el ninguneo. Te gobierna cuando ni te ignora. No es la única que obra desa guisa porque es tradición milenaria y vetusta. Hay un mono y temperamental dejo de autismo en su alteza.
Me contó una amiga que una vez en París asistió a una fiesta de aristócratas y de pronto una princesa que iba pasando no la atropelló de vaina. Le explicaron que su deber de plebeya era estar pendiente de apartarse a tiempo para adelantarse a las necesidades principescas, entre ellas su flow. Lo ideal es que su alteza ni siquiera dé órdenes. La plebe tiene que adelantarse a ellas para que todo se deslice sin contratiempos balurdes. Creemos que MariCori está loca porque no estamos en capacidad intelectual de entender su excelsa lógica, que, sin embargo, es sencillita: yo tengo todos los derechos y tú todos los deberes.
Decía el infinito Blas Pascal que respeto es “incomódese usted”. A su graciosísima majestad Carlos III le basta arrellanarse en su trono para evidenciar su sagrada autoridad. La plebe tiene que permanecer de pie, es decir, incómoda.
Es una gestualidad que se aprende desde la más tierna infancia y por eso se considera natural. Todo lo demás es transgresión y alboroto. Como cuando el CNE no reconoce el obvio triunfo de MariCori. El CNE es legítimo si y solo cuando reconoce el triunfo de MariCori y demás aristócratas. Por eso es tan sabio el derecho divino: quien manda lo hace por la gracia de Dios y ya está, sin engorros ni averiguatas electorales plebeyas, que enredan todo. Por eso su alteza la rectora de la UCV es vitalicia.
Solo me queda decir como el genial pintor Manuel Quintana Castillo lo contento que estaba al constatar cuánta gente aristócrata hay en Venezuela. Y no solo es su alteza MariCori sino gente tan fina como Juan Guaidó, Freddy Guevara, Delsa Solórzano, Nixon Moreno, YonGo y paro aquí porque no dispongo de tres tomos para enumerar tanto chiquilicuatre.
El derecho divino solo tiene ventajas. El postín adolescente, por ejemplo, de Su Alteza Real doña Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz Rocasolano, princesa de Asturias, ante unas canas venerables son años ahorrados, según dice Pascal, cuyos pensamientos son inagotables.
ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA
@rhm1947
Gobernar despreciando | Por: Roberto Hernández Montoya
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