En una decisión aplazada por dos procesos electorales consecutivos desde comienzos de año, el fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, imputó el jueves al primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, por cohecho, fraude y abuso de poder en tres casos de corrupción investigados por la policía a partir de 2015.
El líder del Likud, que no está obligado a dimitir de su cargo mientras no haya sentencia firme, se convierte en el primer jefe de Gobierno en ejercicio acusado de soborno en la historia del Estado judío. Si es declarado culpable puede afrontar una condena de hasta 10 años de prisión.
En su propio partido conservador han empezado a oírse voces que amenazan con darle la espalda si no se aparta de la política tras haber sido formalmente acusado por el fiscal general. La imputación se produce mientras el país se encamina a unas terceras elecciones generales, en pleno bloqueo político. Mandelblit ha tenido que aguardar a la celebración de dos comicios en abril y septiembre con resultados no concluyentes antes de presentar cargos. Nadie podrá acusar ahora al fiscal general de haberse entrometido en las elecciones.
Tras el fracaso de los dos principales candidatos a formar Gobierno Netanyahu y el centrista Benny Gantz, Israel acaba de entrar en un en un limbo político de tres semanas, con la Kneset (Parlamento) dejada a la deriva antes de una tercera convocatoria a las urnas.