Luego que el diario Panam Post, revelara el robo millonario del dinero recaudado para la supuesta ayuda humanitaria y la atención de los militares desertores y se vinculara a este hecho a los enviados de Juan Guaidó: Rossana Barrera y Kevin Rojas, muchas otras verdades salieron a relucir.
La salida de Leopoldo López el 30 de abril, avivó las tensiones en el seno del partido Voluntad Popular, que desde la autoproclamación de Juan Guaidó, ha dividido sus lealtades y ha aumentado los esfuerzos, por mostrar unidad en torno al liderazgo opositor, por eso vale la pena preguntar:
¿Por qué se destapar una olla de corrupción en este momento?
La respuesta parece venir de Oslo, espacio de encuentro entre el chavismo y la oposición, que tiene como protagonista una agenda de diálogo, que desmantela los planes intervencionistas de Washington, divide las posiciones de la dirigencia opositora en el extranjero y dentro del país.
Para rematar la fragilidad del ingeniero de La Guaira, sus nuevos amigos han comenzado a sacudírselo y a no mencionarlo tanto como hace algunos meses, se ha caído del pedestal de anime donde pensó que estaba.
Se quiebra entonces la figura fabricada del “líder indoblegable”, que ahora se presenta como una especie de precandidato presidencial, resultando un estorbo para muchos, que muy probablemente ya han movido sus piezas y cuentas bancarias, para mostrar el verdadero rostro de estos empresarios de la política y acelerar la salida de Juan Guaidó por la puerta trasera de la historia.