Feliz año nuevo | Por: Frei Betto

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Deseo un feliz año nuevo en el que, si Dios quiere, todos los niños, al encender sus aparatos digitales, reciban un baño de Mozart, Pixinguinha y Noel Rosa; aprendan a diferenciar entre impresionistas y expresionistas; vean espectáculos que reconstruyan la Balaiada,¹ la Confederación del Ecuador² y la Guerra dos Emboabas;³ y se vayan a dormir después de decir sus oraciones.

Quiero un año nuevo en que, en el campo, todos tengan su pedazo de tierra donde crezcan naranjas y lechugas y revoloteen bienteveos entre vacas lecheras. En la ciudad, un techo bajo el cual reluzca el fogón con cazuelas llenas, la sala con tapetes de colores, la foto del matrimonio en un marco ovalado sobre el sofá.

Espero un año nuevo en el que las iglesias abran sus puertas al silencio del corazón, el órgano susurre el cantar de los ángeles, la Biblia sea repartida cono el pan. Y que la fe, tomada de la mano de la justicia, contemple a aquellos a quienes aún hoy se les niega la felicidad.

Un feliz año nuevo con parejas festivas en el arte de amar, el hogar con aroma a perfume, los hijos contemplando el rostro enamorado de los padres, la familia tan entretenida con la conversación que ni se da cuenta de que el celular es un aparato mudo y ciego en un rincón de la casa.

Deseo un año nuevo en que los sueños libertarios sean tan fuertes que los jóvenes, con el corazón latiendo ideales, no recurran a la química de las drogas, no teman al futuro ni se expresen en dialectos ininteligibles. Que todos se envicien de utopía.

Espero un año nuevo en que cada uno de nosotros evite prender rencores con alfileres en los dobleces del corazón y lave las paredes de la memoria de iras y amarguras; en que no emprenda una carrera con el tiempo ni marque la velocidad de la vida por los golpes del corazón.

Un año nuevo para saborear la brevedad de la existencia como si fuera perenne, en compañía de orfebres de encanto, cuyos hábiles dedos incrusten en la rutina de los días joyas tiernas y eternas.

Quiero un año nuevo en que todo el mundo tenga asegurado el derecho al empleo, la honra de un salario digno, condiciones humanas de trabajo, las potencialidades de una profesión y la alegría de una vocación. Un nuevo año capaz de saciar nuestra hambre de pan y belleza.

Ruego por un año nuevo en que la policía sea conocida por las vidas que protege y no por los asesinatos que comete, en que los presos sean reeducados para la vida social y en que los pobres les arranquen a los ojos de la justicia la venda de la ceguera que le impide ver los horrendos crímenes estructurales que producen miseria y segregación.

Un año nuevo sin políticos cínicos, autoridades arrogantes, funcionarios corruptos, aduladores de toda especie. Libre de raptos infantiles, en el que la política de la multiplicación de los panes sin milagro sea deber de unos y derecho de todos.

Espero un año nuevo en que las ciudades vuelvan a tener plazas arboladas, bancos acogedores, ciudadanos entregados al sano ocio de contemplar la naturaleza, escuchar en el silencio la voz de Dios y festejar con los amigos las menudencias de la vida: un conjunto de recuerdos, un juego de cartas, la risa franca ante el que se destaca como el mejor contador de anécdotas.

Deseo un año nuevo en que el líder de los derechos humanos no humille a la mujer en casa; la profesora de ciudadanía no tire papeles en el suelo; los niños les cedan su asiento a los más viejos; y el puente de la coherencia acorte la distancia entre lo público y lo privado.

Quiero un año nuevo de libros saboreados como palomitas de maíz, el cuerpo menos atascado de grasa, la mente libre de estrés, el espíritu incorporado a un cuerpo de baile al son de los misterios más profundos.

Deseo un año nuevo en el que el Gobierno multiplique el pan de los derechos humanos, libre a la población del pesado tributo de la degradación social y acoja en su regazo a millones de niños precozmente condenados al trabajo, sin más fantasía que el miedo a la muerte.

Espero un año nuevo cuyo principal evento sea la inauguración del Salón de la Persona, donde se presenten alternativas para que nunca más un ser humano se sienta amenazado por la penuria o se vea privado de pan, paz y placer.

Un año nuevo en que la competitividad le ceda su lugar a la solidaridad; la acumulación, al compartir; la agresión, al respeto; la idolatría del dinero, al espíritu de las bienaventuranzas.

Aspiro a un año nuevo de pájaros orquestados por la aurora, ríos desnudados por la transparencia de las aguas, pulmones exultantes de aire puro y mesa abundante de alimentos incontaminados.

Ruego por un año nuevo que jamás se ponga viejo, como los robles que nos dan sombra, la filosofía de los griegos, la luz del sol, el esplendor de las montañas de Minas Gerais, el canto gregoriano.

Un año tan nuevo que traiga consigo la impresión de que todo renace: el día, la exuberancia del mar, la esperanza y nuestra capacidad de amar. Excepto lo que en el pasado nos hizo menos bellos y buenos.

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