Siempre se ha dicho que el poderío de los norteamericanos se basa en su «pragmatismo». Con ese enfoque simplemente se resalta que, cuando se trata de «negocios», el ejecutivo o empresario estadounidense no se detienen ante nada, ni nadie. Seguramente, esa sea la razón fundamental, por la que la propia administración del ¿saliente?, Donald Trump, ha decidido renovarle la licencia a la empresa Chevron, para que siga operando en el país, al menos hasta junio de 2021.
Aunque a simple vista parezca inverosímil, ya que estamos en un contexto de «máxima presión» para un «cambio de régimen«, el «pragmatismo» de los gringos muchas veces les lleva a dar una cachetada con una mano y con la otra a tender «puentes». Así lo han hecho muchas veces a lo largo de la historia contemporánea. Y al parecer, así están haciendo en Venezuela.
Por ello el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió este martes senda licencia a la gigantesca corporación petrolera para seguir trabajando en el país. Hablamos de la última y única gran compañía estadounidense del ramo, que sigue operando en Venezuela, en medio del recrudecimiento del criminal bloqueo. Con esta decisión la transnacional tiene plazo hasta el 3 de junio del año entrante, para liquidar sus empresas conjuntas en el país.
Posibles interpretaciones
Una lectura posible, pero no la única, de esta decisión es que los EE.UU., indistintamente de que sea Trump o Joe Biden quien finalmente asuma las riendas del poder en la Casa Blanca, no están dispuestos a perder su participación en un mercado petrolero como el venezolano. Esto porque saben bien que ese vacío rápidamente pudiera ser llenado por otros competidores como Rusia o China.
La otra interpretación es que la administración estadounidense finalmente admite que las mal llamadas sanciones, aunque han hecho mucho daño económico, en lo político han sido un fiasco total.
Ciertamente, las «sanciones» en su fase de máxima presión han significado un golpe noble a las finanzas del país. En 6 años se perdió cerca de un tercio de la producción. En ese período (2014-2019) Venezuela dejó de producir 1 mil 195 millones de barriles. Igualmente, las pérdidas sólo por la caída de la producción petrolera se estiman en 67 mil millones de dólares.
Pero Nicolás Maduro sigue siendo el presidente constitucional de Venezuela. Y el país continúa siendo la primera reserva probada mundial de petróleo con casi 300 mil millones de barriles. Al parecer los gringos tienen 300 mil millones de razones para alimentar el «pragmatismo» de su decadente sistema.
