Desde hace rato que en Venezuela (25 años) se instaló una batalla ideológica, cuando la extrema más radicalmente derechista, “quedó sorprendida” con el triunfo electoral del comandante Hugo Chávez, un día domingo 6 de diciembre de 1998… y que a partir de ese momento, se han dado las más diversas formas de guerra mediática y económica, con el firme propósito político de desalojar del poder “al chavismo insurgente y revolucionario”, para regresar “a los años felices” del puntofijismo.
El ataque de los sectores más reaccionarios y anticomunistas no ha dejado de actuar para destruir a los que ellos consideran como sus enemigos existenciales, ya que lograron en el mes de abril del 2002 tener el Poder Ejecutivo Nacional durante 47 horas… pero siguieron en sus planes insurreccionales cuando a finales de ese mismo año lograron realizar un lamentable paro petrolero que le hizo muchísimo daño a la economía nacional, con el ataque a nuestra principal fuente de ingresos.
Eso significa que el extremismo radical antichavista siempre ha tenido como prioridad, entre sus planes conspirativos, la instalación de un Estado fascista, que tendría como característica esencial meter presa a por lo menos un millón de personas chavistas y luego hacer desaparecer, por lo menos, el 50% de personas militantes del izquierdismo o progresismo, que es propio de los Estados intolerantes y opresores.
Por el otro lado, estamos a punto de cumplir 25 años de la aprobación de la Constitución Nacional, que en su artículo 2 señala: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia…” y es el camino para crear las condiciones para edificar un Estado comunal.
La ultraderecha política nacional en combinación con el imperialismo estadounidense no han cesado en sus planes subversivos, cuando ya llevan en su “récord de acciones antidemocráticas” varios intentos de golpe de Estado, magnicidios frustrados, apoyo a las ilegales medidas coercitivas unilaterales, hasta construir candidaturas presidenciales fascistas, con la perversa estrategia de acabar con el chavismo.
Y ahora el antichavismo en el exterior quiere la ayuda de Donald Trump, para robarse el petróleo venezolano y regalarle al imperialismo estadounidense.
Oscar Bravo