por: Oscar Schémel
En Venezuela, un fenómeno poco común se ha hecho presente: la economía se ha distanciado del antagonismo político. Anteriormente, el tipo de cambio, la inflación y la escasez, por tomar solo algunos ejemplos, se desbordaban como consecuencia del agravamiento del conflicto político. No obstante, durante el último trimestre del año 2019 ocurrió lo contrario. A pesar de la confrontación, la economía experimentó una dinámica inesperada.
El inicio de 2020 también estuvo marcado por el incremento de la tensión política al emerger con fuerza la pugna entre dos sectores de la Oposición dentro de la Asamblea Nacional. Sin embargo, continuaron surgiendo evidencias claras de reactivación económica.
Los venezolanos en general, y los emprendedores en particular, han respondido con una mayor iniciativa productiva y comercial, aprovechando la flexibilización de los controles y la promoción de la actividad privada decidida por el Gobierno Bolivariano, al margen de las hostilidades entre los partidos políticos.
Una vez agotado el modelo rentista petrolero, los venezolanos están entendiendo que su bienestar y progreso va a depender más de su propia iniciativa que de los favores del Estado.
Analistas económicos consultados por Hinterlaces de manera frecuente, coinciden en que desde agosto del año 2018, el Gobierno del presidente Nicolás Maduro ha dado pasos significativos en la ruta de una considerable apertura en la política económica, la eliminación de controles y mayores libertades para los sectores empresariales.
La economía no se gobierna por decreto ni a través de controles. Se regula y se conduce pero no se controla, porque depende del comportamiento humano y de las leyes económicas.
Queramos o no, somos una economía de mercado y debemos aprender a gobernar CON el mercado, estableciendo reglas claras que generen confianza y respeto, sustentabilidad y progreso.
El papel del Estado en la economía es fundamental. No ha habido desarrollo exitoso que no haya tenido una participación decisiva y estratégica del Estado. Ninguno de esos procesos se ha dejado de la mano única y exclusiva del mercado.
Pero también el papel del emprendimiento privado es indispensable, insustituible, ineludible. No hay socialismo sin capitalistas, es decir, sin el desarrollo de las fuerzas productivas no es posible alcanzar el bienestar social y el progreso económico, así como tampoco es posible el crecimiento sin la participación fundamental de los actores privados de la economía.
Para enfrentar el bloqueo financiero y el cerco económico, lograr en alguna medida la estabilidad macroeconómica del país y recuperar el crecimiento, es urgente el establecimiento de espacios de consensos y diálogo, CON EL CAPITAL para definir el modelo económico alternativo, pos-rentista, productivo y diversificado, compartido con toda Venezuela.
Es más, frente al fin del ciclo neoliberal, el Capital se convierte en un sujeto transformador y necesario para impulsar los cambios sociales que exigen las sociedades modernas.
Igualmente, para derrotar la estrategia de desestabilización emocional y neurotización de la población, es crucial la construcción de una Cultura del Trabajo y del Compromiso Social, en cuya realización es vital el desarrollo de las Culturas Corporativas.
Estado, Capital, Poder Popular y Liderazgo democrático, en una poderosa SINTESIS, son las piezas claves del nuevo tablero en el que nos estamos jugando el Futuro.