Por: Alberto Aranguibel
Para nadie es un secreto el enorme peso que tienen hoy en la formación de las matrices de opinión los medios de comunicación. Es de ahí de donde surge la mayoría de la desinformación que por lo general padece la sociedad sobre los más diversos temas.
La derecha venezolana se aferra a ideas en las cuales cuentan con el apoyo irrestricto de los grandes medios de comunicación al servicio del neoliberalismo para tratar de confundir cada vez más a la población tergiversando los hechos y negándole así su sagrado derecho a la verdad.
La falsa especie que presenta a Venezuela como un país en el que la violación de derechos humanos sería norma de Estado, es una más de esas matrices arbitrarias orquestadas con un claro interés político por la derecha nacional e internacional en connivencia con los medios de comunicación. El único posicionamiento medianamente logrado por el antichavismo en casi un cuarto de siglo.
De ahí su rechazo a la elección de nuestro país como miembro, junto a otros 46 integrantes, del Consejo De Derechos Humanos de la ONU. Una elección que de entrada pulveriza esa infamia del Estado como violador de derechos humanos.
Pero que echa también por tierra el fastidioso sonsonete de los supuestos 50 países que apoyarían a Guaidó en su insensata pretensión presidencial. Otra matriz impuesta por la derecha, a partir de la farsa según la cual el apoyo que en algún momento le brindaran a un autojuramentado, más por presión del imperio norteamericano que por ninguna otra causa, sería una suerte de inamovible bastión de guerra que no podría alterarse, ni siquiera con los recurrentes y bochornosos escándalos que han signado la actuación pública del diputado y su círculo más estrecho en apenas unos pocos meses.
Pretenden que sus matrices no son susceptibles de alteración alguna en función de la cambiante coyuntura política nacional e internacional que orienta y determina hoy el comportamiento de todas las naciones del mundo. Y eso es solo parte de la deformación que llevan a cabo de manera irresponsable.
Lo cierto es que la elección al CDDH de la ONU no es un premio al buen comportamiento de los gobiernos, como quiere ponerlo hoy la narrativa de la derecha.
Es un reconocimiento a los esfuerzos por la justicia y la igualdad social.