Endorracistas y desclasados | Por: Alí Rojas Olaya

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El cine y la televisión nos han dado ejemplos significativos de algunos síndromes vinculados con la esclavitud, el endorracismo, el desclasamiento y la neutralización de la lucha de clases. Dos clásicos del séptimo arte: Django sin cadenas de Quentin Tarantino y La última cena de Tomás Gutiérrez Alea y la serie televisiva El chavo del 8 de Roberto Gómez Bolaños, tocan parcial o totalmente estos temas.

En 2012 se estrenó Django sin cadenas, una película sobre la esclavitud. El actor Samuel L Jackson interpreta a Stephen, el mayordomo negro del amo blanco, míster Calvin J Candie, protagonizado por Leonardo DiCaprio. Stephen odia a la gente de su color de piel, es endorracista porque acoge como propia una contracultura, es decir, una cultura ajena, la cultura del opresor, reproduciendo la dominación y legitimando el poder de un grupo dominante, en este caso, de sus amos. Hay una escena en la que Stephen al ver llegar a Django, hombre negro montado a caballo, le dice a míster Candie: “Mire, amo, ese negro tiene un caballo. ¿Y tú quieres un caballo, Stephen?”, pregunta el amo. Stephen responde: “¿Para qué quiero yo un caballo? Yo lo que quiero es que él no lo tenga”.

En 1976, el director cubano Tomás Gutiérrez Alea sorprendió al mundo del cine con un film antológico: La última cena, basado en El ingenio, del historiador cubano Manuel Moreno Fraginals. En este clásico, Titón nos muestra a Manuel, capataz negro de un ingenio azucarero a finales del siglo XVIII, dirigiendo a los esclavizados a punta de látigo. Manuel, más cruel que sus amos blancos, es un ejemplo de endorracismo, es decir de “injerencia y penetración forzosa de la cultura europea esclavista en América”, tal y como lo define Esther Pineda G en su libro Racismo, endorracismo y resistencia (El perro y la rana, 2013).

El chavo del 8 es una serie que fue transmitida en los años 70. Doña Florinda, la eterna enamorada del profesor Jirafales, vive de una pensión que recibe a causa de la muerte de Federico, oficial de la marina de México, el papá de Kiko. Doña Florinda es una desclasada. Cuando hablamos del síndrome de Doña Florinda, término acuñado por el escritor argentino Rafael Ton, nos referimos a aquellas personas que, a pesar de vivir en condiciones modestas, se sienten superiores a sus vecinos, manifiestan desprecio, discriminación y denigran de ellos por considerarlos inferiores. En las empresas, tanto públicas como privadas, hay muchos capataces como Manuel. Y en nuestras barriadas abundan los Stephen Candie y las Doña Florinda y ,en épocas de elecciones, hasta votan por sus enemigos de clase.

 

 

Alí Rojas Olaya

ÚN.


 

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