Sí, el Esequibo es tan venezolano como una arepa, como Simón (Díaz y Bolívar), como el Salto Ángel, como el Campo de Carabobo e incluso como ver a la mamá de uno y pedir la bendición. Si, la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela sobre el Esequibo está sustentada en documentos históricos, jurídicos y hasta geográficos. Sí, el Esequibo se contempla como territorio nacional en todas nuestras constituciones desde 1830 y se reconoce en los mapas desde 1777. Sí, todos, desde los buhoneros hasta los militares, sabemos que es una verdad irrefutable que el sol de Venezuela nace en el Esequibo. Ahora, existe un argumento germinando en el porvenir, por el cual los venezolanos, teniendo consciencia de nuestra valía en la geopolítica mundial, defendemos con todos los medios y las fuerzas el territorio Esequibo, la razón es: garantizar, como lo dijo Bolívar, «el equilibrio del universo». Sí, nosotros somos garantes de ese equilibrio…
El asunto supera la crónica y tiene más de futuro que de pasado. En el actual escenario mundial tanto los hidrocarburos como el agua resultan recursos que cotizan su valor más allá de la bolsa, pues constituyen medios y garantías para influir de manera determinante sobre el orden mundial. Sabiendo que el 24% del gas del mundo se produce en Rusia, que la reserva de petróleo más importante del planeta ¡Por supuesto que sí! Está en Venezuela y que en el Medio Oriente se enciende un conflicto que afecta el mercado petrolero y la paz mundial, el Esequibo se convierte en un territorio estratégico desde el punto de vista económico, militar y geopolítico. No se trata de una especulación, hasta hoy son más de 11.000 millones de barriles de petróleo que procuran controlar los EEUU a través de la Exxon Mobil en nuestro territorio.
Con un negocio fraudulento, que viola el derecho internacional y pone en riesgo la paz de la región, la República Cooperativa de Guyana hipoteca su soberanía y con ello triplica su PIB en un año, se han hecho de más de 12.000 millones de dólares vendiendo concesiones para la explotación de petróleo, que sí, es legítimamente venezolano. Lo mismo pasa con el oro, del cual dependen aproximadamente el 13% de su PIB. Entonces, debemos ir más allá de la comprobada nulidad del Laudo arbitral de París, pues también se trata de todas las universidades, las fábricas, los hospitales, los puentes y las casas que los venezolanos estamos dejando de construir y sostener con el dinero que nos roban de manera descarada bajo el auspicio del Pentágono. Sí, es un robo que debemos detener para poder vivir mejor, pues es nuestro PIB y nuestro desarrollo humano el que debe ir en aumento con esos recursos.
El pueblo de Venezuela ha sufrido las consecuencias de las medidas ilegales y unilaterales impuestas sobre Venezuela en una guerra económica. Sin embargo, una de las empresas más beneficiadas por los conflictos bélicos actuales en el mundo es la Exxon Mobil, que en el último año ha reportado más de 55.700 millones de dólares de ganancias. La guerra alimenta las arcas del imperialismo norteamericano y le permite posicionar sus empresas y también sus tropas. En la República Cooperativa de Guyana esa es una de las intenciones concretas, ampliar la presencia militar estadounidense en un país sin ejército, que es una entrada al Amazonas y por lo tanto a la reserva de biodiversidad y agua más importante del planeta. Sí, eso también es el Esequibo.
¿Son los gringos una amenaza para los pueblos que se declaran soberanos teniendo recursos estratégicos en su territorio? Todos sabemos que sí. Más hoy que su tambaleante hegemonía está en peligro y uno de los puntos de inflexión y equilibrio del mundo se encuentra en Venezuela, pues es un territorio extremadamente rico y ha decidido elevar las banderas del bolivarianismo. Entonces, no es solo procurar los recursos del Esequibo, sino que también se trata de golpear una de las fuentes de recursos que se erige como una de las garantías fiables del desarrollo económico a mediano y largo plazo, así como un territorio estratégico para la seguridad del continente.
Severo Mallet-Prevost, quien fue uno de los 4 abogados representantes de Venezuela para procurar los derechos e intereses de la nación, en compañía del ex presidente norteamericano Benjamín Harrinson, dijo al respecto del Laudo Arbitral de París: “Se conspiró contra nuestro país en aquella memorable oportunidad, con desastrosos resultados adversos a la justa causa que queríamos defender y que todavía estamos sufriendo». Hoy se sigue conspirando contra nuestro país y la única forma de detener el despojo es garantizando la unidad nacional y avanzar hacia nuestro Esequibo. Sí podemos detener esta conspiración de más de 120 años, lo haremos ejerciendo nuestra soberanía de forma integral.
Seamos los estibadores de la historia y defendamos nuestra soberanía con la plena convicción de que estamos resguardando nuestro futuro y el equilibrio del universo. Dijo el padre de la patria, Simón Bolívar: «La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto es precioso en el mundo», para garantizar la paz es fundamental que Venezuela nunca sea profanada, pues sí, esta patria es un santuario. Esto último lo digo como patriota, como alguien que siente a Venezuela en cada latido de su corazón. Con este tema debemos ir más allá del análisis, hay que ser tan científicos como poetas:
País
«Quien a su patria defender ansía
Ni en sangre ni en obstáculos repara;
Del tirano desprecia la soberbia;
En su pecho se estrella la amenaza;
¡Y si el cielo bastara a su deseo,
Al mismo cielo con valor llegara!»
José Martí
Si, celaremos con furor las fuentes…
nos hemos atrincherado con las cartografías
en este edificio rojo en el que reposan
los registros satelitales y los cardiogramas del país:
Ahí está mi corazón, dando giros solares,
a pasos cortos, en el frenesí de las asambleas,
diagramando orquídeas y balas en el horizonte
¡Miro el alba con los ojos de mi taita y de Bolívar!
Vengo de un vientre que arde:
entré al surco del fuego entre panales,
digo miel y la patria canta.
Nos estamos arando mientras florecen los jardines
en un país que pretende defender sus cavernas húmedas,
sus pozos negros y humeantes…
sí, incluso sus islas deshabitadas,
por muy ciudadanos que sean sus demonios
y por muy poderosos que sean sus detractores
David Gómez Rodríguez
@davidgomez_rodriguez