El PSUV en la nueva etapa

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Por: Osly Hernández

El viraje de la política para una nueva etapa debe contemplar rectificaciones de forma y fondo, que nos lleven a iniciar una fase distinta a la que transitamos junto a nuestro Comandante eterno. Es importante al respecto señalar que la llegada de Chávez al poder significó levantar de las cenizas a millones de personas que se encontraban al borde de la pobreza extrema. El entonces Estado Corporativo dio paso, por la vía del ejercicio del poder político, al Estado Social, de derecho y de justicia. La concepción del papá Estado fue necesaria para crear las condiciones materiales a fin que nuestro pueblo pudiera comenzar a ser protagonista de su transformación (pues con el estómago vacío es difícil comprometerse con otras tareas que no sean la supervivencia).

Levantado el techo de la pobreza extrema, nuestro Presidente se atreve a llamarnos a la construcción nacional de un nuevo modelo: el Socialismo, cuya columna vertebral es el poder popular y su principal representante será el Partido de la revolución. La construcción de dicho poder pasa por la consolidación de estructuras territoriales de gobierno: las comunas y consejos comunales, a quienes debía ser TRANSFERIDO el poder para la resolución de proyectos en su escala, facilitar la articulación entre ellos, y progresivamente cimentar las bases de una nueva fórmula de organización y de ejercicio administrativo y jurídico.

Este objetivo se ha visto distraído en los últimos años por múltiples razones, pero la pregunta fundamental de este etapa, a mi juicio, sería: ¿creemos que la organización del pueblo sigue siendo un objetivo necesario para nuestra revolución? ¿Nuestro socialismo es para que el Estado garantice nuestra supervivencia o es para que, como pueblo organizado, superemos al “papá” Estado y demos paso a una nueva forma de organización?¿Seguirán los Ministerios definiendo sus planes y proyectos a puerta cerrada, en consulta exclusiva con sus equipos burocráticos y sin rendición popular de cuentas o serán obligados a crear estructuras de poder popular que, con la experiencia de su padecimiento, puedan guiar hacia dónde hacer las inversiones y focalizar la política? ¿Seguiremos permitiendo que nuestras autoridades destinen millones de bolívares en remodelación de oficinas, viáticos, gastos suntuarios, en medio de la más feroz guerra económica que padece nuestro pueblo, o nos comprometeremos con generar las condiciones para que el recurso de la Nación vaya hacia donde debe?

Nuestro Presidente Nicolás Maduro, en este sentido, ha sido bien claro en su compromiso con la participación. Desde que asumió el Gobierno ha regañado infinidad de veces a su equipo ante el aislamiento y ha llamado a la creación de múltiples estructuras: Unamujer, Somos Venezuela, Chamba Juvenil, Consejos Presidenciales Sectoriales y CLAPs, entre otras; que decantaron incluso en la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, la cual incluyó -por primera vez- a los movimientos sociales como actores con aportes específicos e importantes para la transformación de nuestra carta máxima: La Constitución, superando la lógica colonial territorial preservada en la actual Asamblea Nacional.

Estos llamados reflejan, entre otros asuntos, el debilitamiento de la influencia del órgano que debiera reunir tradicionalmente a la vanguardia de un proceso revolucionario: el partido. Ahora bien, su debilidad en un determinado momento no implica su extinción o el desplazamiento de su valor. Y por el contrario, considero que estamos en el momento apropiado para su fortalecimiento y renovación.

ES EL MOMENTO DE FORTALECER EL PSUV

Si bien nuestro país cuenta con un programa, expuesto por nuestro Presidente, que representa la línea de trabajo para los próximos años, las posibilidades de su cumplimiento dependerá no sólo de las capacidades de los equipos en gobierno, sino también de saber, de manera temprana, oportuna, seria y real, cuánto se avanza, retrocede o vira.

En la mayoría de los países que se han decidido a levantar propuestas de cambio y combate contra el hegemón, el PARTIDO suele ser el actor regulador, orientador, definidor del rumbo en cada momento histórico. Se supone que él reune a la vanguardia de dicho momento, por lo que en sus manos reposa la posibilidad material del avance. Este cuerpo debe indicar el camino, velar por su recorrido, formar a la tropa para ir más rápido, construir la defensa y la ofensiva contra los enemigos. Debe ser el faro, la conciencia, las manos de la lucha revolucionaria.

Nuestro PSUV -como nuestra revolución- ha pasado por muchas etapas. Se ha reinventado en varias ocasiones y creo que hacer cualquier planteamiento que no considere su valioso papel en nuestro propósito histórico, resultará en paños de agua tibia superados por las cada vez más complejas coyunturas a las que nos enfrentaremos: internas y externas.

Creo llegó el momento de mirar a lo profundo y nutrirnos de la experiencia vivida, mirar el ejemplo de nuestros compañeros de lucha en el mundo para transitar otra nueva fase, que permita poner al frente a esta importante estructura, siempre y cuando se permita a sí misma madurar y ponerse a la altura de las peticiones de nuestro Presidente.

Una mirada al PC en China

Si revisamos, por ejemplo, la experiencia en China, podemos encontrar cómo construyen sus lineamientos a partir de muy serios análisis estadísticos, elaborados por el Comité Central de Estadística del Partido Comunista Chino, siendo pues uno de los órganos más respetados e importantes para la toma de decisiones. Esta estructura no sólo da orientaciones sino que hace seguimiento científico de la aplicación de las políticas, permitiendo reorientar o fortalecer -de manera temprana- las decisiones tomadas, dando la oportuna explicación al pueblo del acierto o desacierto. No desde los típicos -y cerrados- instrumentos que usa la burocracia para “evaluar” la gestión, sino desde el interés político, estratégico y táctico, del gobierno revolucionario.

Considero que éste es un aspecto medular de nuestra nueva etapa: darle carácter científico a nuestra revolución; lo que implica que debemos tener la capacidad de medir, cuantificar y proyectar la consecuencia de la política pública. Mucho daño considero nos ha hecho el reimpulso y el borrón y cuenta nueva. Hemos perdido tiempo, pero sobre todo nos ha hecho desestimar o sobreestimar aciertos y desaciertos, adular la ineficiencia y castigar la eficiencia; o en el peor de los casos, no saber cuál es cuál. Ha abierto las puertas al compadrazgo, al amiguismo, al grupismo; en vez de fortalecer la emulación revolucionaria. ¡Necesitamos parámetros CLAROS de evaluación y consecuencias acordes a cada incumplimiento, con sanciones penales, morales, pecuniarias y políticas!También ha impedido identificar y atender las debilidades metodológicas, las desviaciones políticas en las que puede incurrir cualquier compañera o compañero revolucionario en el ejercicio de sus funciones. Muy pocos camaradas, directoras y directores hoy de instituciones, sabe si lo que hace está bien o no, qué debe fortalecer, a dónde va para aprender… Algunos se equivocan actuando de buena fe. Otros erran con premeditadas y corruptas intenciones. Pero todas y todos conviven sin ningún ente que les regule, evalúe o impute.

Al respecto, entonces, parece imprescindible -tomando en cuenta la experiencia China- la creación de sistemas de información robustos; anclados, construidos y supervisados por el Comité de Estadística de nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela, bajo el compromiso político de atender y dar valor al resultado de su trabajo e impedir la corrupción de su propósito. Su principal tarea sería precisar los PROCESOS MEDULARES sobre los cuales debe actuar de inmediato nuestro gobierno, a partir de sistematizar información honesta de nuestras actuales instituciones y el contraste con consultas precisas a nuestro poder popular.

Dichos procesos no pueden ser sometidos a la orgánica del Estado en decadencia (felizmente -diría yo- para nuestras intenciones revolucionarias). Con ellos, se iniciaría una etapa de agrupar funciones hoy dispersas o solapadas en el mar infinito de la burocracia. Sin ánimo de ser anecdótica, diría que un ejemplo de PROCESO DE ALTO RIESGO, desde el mundo de lo cotidiano, es el acceso a documentos civiles de cualquier tipo. Desde una firma personal hasta hacer una compra-venta, está sometido a una red infinita de corrupción que puede ser ELIMINADA con el uso adecuado y unificado de la tecnología. Tenemos en nuestro gobierno actores que lo LOGRARON y que este esfuerzo, en las manos equivocadas, fue destruido.

Otro ejemplo, en una perspectiva más estratégica, es la administración transparente de la renta petrolera. Para quienes desean seguir robando el recurso de todas y todos los venezolanos esto es un IMPOSIBLE, una utopía, casi un chiste. Para quienes ya manejan recursos cuantiosos de manera tansparente, bajo sistemas de información accesibles y desburocratizados -como el Consejo Federal de Gobierno-, es algo posible y ya real.

El destino del PSUV

Dando valor científica a la gestión de gobierno, otro asunto importante sería el método para renovar la particiapción en nuestro partido. Aquí se ha dado un debate importante con decisiones que considero deben ser revisadas. Por ejemplo: ¿debe nuestro partido reunir a la vanguardia SOCIALISTA o debe seguir incluyendo a todos los intereses del país?

Esta pregunta es de medular importancia, pues de nada servirán los análisis del Comité de Estadística si las y los responsables de contruir las líneas en función de los Procesos tienen intereses contrarios a los del pueblo. Si se considera que el Partido Socialista debe sólo dar cabida a las y los socialistas, entonces podemos pasar a definir el método para identificar a la VANGUARDIA de estos intereses.

Al respecto, considero que el llamado debe estar ante todo dirigido a las estructuras organizadas del pueblo que atiendan los temas priorizados por el Presidente, ante las recomendaciones del Comité de Estadística. Por ejemplo, si perfeccionar la distribución efectiva de los alimentos se identifica como un asunto importante para el actual momento político, la vanguardia del CLAP debería estar en la dirección del partido, y sus núcleos territoriales ser parte de la estructura territorial del partido.

Así, la nueva dirección del PSUV debe permitirse estar conformada por las vanguardias de todas las estructuras que sean cónsonas con las acciones priorizadas para cada año. No podemos entonces tener una organización sólo territorial. Lo más importante serán LAS BANDERAS DE LUCHA que se promoverán y consolidarán en dichos espacios, en el tiempo determinado.

De esta manera, superaremos las formas tradicionales de nuestra organización (Comité de propaganda, electoral, política, finanzas) para organizar el partido en función de RESOLVER también asuntos más estratégicos. La vanguardia entonces será concreta y no se perderá en discusiones estériles. Debe existir un tiempo límite y un método para elevar la ruta de trabajo resolutivo, acorde a la complejidad de cada proceso. También, debe existir el compromiso por SUBORDINAR al Estado y sus intituciones al resultado de este ejercicio, o sería en vano el esfuerzo1. Pero sobre este aspecto hablaré en un próximo artículo.

En conclusión, podríamos decir que la ruta de trabajo propuesta sería:

  1. Definir si el PSUV reunirá a las y los socialistas, o tendrá participación amplia.
  2. Si será para Socialistas, se pasaría a la creación del Comité Estadístico Central del PSUV, para identificar las principales espectativas de Gobierno del pueblo, para los próximos 2, 3 y 5 años y los respectivos instrumentos de seguimiento a estos aspectos.
  3. Aplicación Nacional de la Consulta (se sugiere aprovechar los Sistemas de Carnet de la Patria y SINCO, del CFG, por su alcance)
  4. Nuestro Presidente deberá priorizar los temas y convertirlos en PROCESOS, con sus tiempos resolutivos.
  5. Identificar los actores que mejor representan dichos procesos. Éstos deben presentar propuestas públicas sobre la manera cómo resolverlos.
  6. Hacer un llamado a elegir voceros de estos grupos, quienes conformarán la nueva dirección del PSUV.

Entonces, creo pues que en la medida que como gobierno nos comprometamos con convertir el PSUV en un instrumento útil, vital para el seguimiento y control, serio en el valor de su papel para dar cumplimiento a las metas que nos colocamos, podremos empezar a moldear la nueva etapa de la revolución bolivariana.1 Siendo que el PARTIDO debe regular las acciones del Gobierno, se debe determinar ¿cuáles son los sectores del poder popular llamados a construir, defender y hacer seguimiento a cada una de las instituciones estratégicas del Estado?, y en caso de que no haya actor conocido, iniciar su organización. Por ejemplo, en la materia minera, ¿qué papel juegan las comunidades mineras? ¿Qué tienen que decirle al Gobierno? ¿Cuáles son sus aspiraciones a largo plazo? ¿Existe alguna vanguardia revolucionaria en este sector? ¿Debemos formarlo? ¿Quién lo forma? Son preguntas que un partido revolucionario debe hacer y responder.

Osly Hernández

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