El mundo «después»

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por: Bruno Renaud. 

¿Cómo construir el mundo, o reconstruirlo, después del covid-19? Todos estamos elegantemente de acuerdo: “¡Nada puede seguir igual!”. Pero, ¿cuáles son los elementos que pueden o deben desaparecer, y cuáles los que deben seguir siendo columnas? Ese mundo de “después”: ¿cuál será su perfil?

La enorme crisis que nos toca enfrentar es una señal de la urgencia frente a la necesidad de cambiar de modelo de sociedad. A nivel nacional e internacional, con conexiones entre ambos grados, se deberían ir creando estructuras de participación obligada, destinadas a levantar un porvenir diferente.

Pero no nos hagamos ilusiones. Cambiar de dirección los rieles de una institución es la cosa más difícil del mundo. Recaer en los vicios de siempre pareciera ser lo inevitable. Refundar una institución – nacional o plurinacional – es cosa que debe comenzar en cosas minúsculas, pero manejando elementos de un proyecto mayúsculo. Muy recientemente, el papa Francisco hizo un discurso político de gran amplitud. En su sermón – su “homilía” sobre la fiesta de Pascua– tocó numerosos elementos de este enorme puzzle que es la ONU. ¿Se puso de acuerdo con el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, para el análisis global y la incitación a un alto el fuego total en el mundo? Es cosa bien dudosa. Sin embargo, así hablaron estos dos grandes líderes, con delicadeza y acuidad. En su radiografía precisa, el papa, en especial tocó los dos aspectos de nuestra situación nacional (invitación a la reconciliación) e internacional (injusticia de bloqueos y multas, más todavía en una grave situación de pandemia).

La pelea contra el covid-19 de hoy socava nuestros códigos, nuestras costumbres, nuestros vínculos sociales y económicos. Pero, ¿después? Me temo que el precio de una transformación política sea algo más costoso. ¿Está listo nuestro mundo para un cambio tan profundo? No son pocos los dirigentes dispuestos a hundir nuestro planeta. La fuerza de atracción de los bienes materiales pone de relieve la capacidad limitada para modificar seriamente nuestros modelos de pensamiento y funcionamiento.

Pero, ¡ojalá la palabra tenga poder! Ojala se levanten profetas, animados por el fuego de un espíritu nuevo, allí donde tanto queda por hacer.

 

Bruno Renaud.

 

 


 

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