El hampa como último recurso: Caso Las Tejerías

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Una especie de emboscada contra los comandos policiales en Las Tejerías, dominó la escena noticiosa este lunes. La acción se atribuye al denominado «Tren de Aragua», el último recurso de la estrategia antivenezolana, derrotada en todos los terrenos.

No es una hipótesis trasnochada. Ya en diversas ocasiones, el Gobierno nacional denunció que estos grupos son financiados y entrenados por el paramilitarismo colombiano.

El propósito es que estas agrupaciones criminales se conviertan en el brazo armado de la estrategia multiforme contra Venezuela. Es decir, que acompañan la guerra económica, las medidas coercitivas y la desestabilización interna.

Pruebas en mano

Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, demostró durante una rueda de prensa en el año 2022, que las armas de estas bandas provienen de Colombia y Estados Unidos. Las distribuyen a Venezuela a través del paramilitarismo colombiano.

Según sostienen los periodistas especializados en la fuente de sucesos, uno de los objetivos de este ataque era el Puesto de Comando Presidencial de Las Tejerías; instancia desde la cual, el Gobierno ejecuta toda la atención a la población afectada por el deslave de octubre.

El propósito político de la delincuencia

Tras la llamada tragedia de Las Tejerías, incluso organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), reconocieron el trabajo del Gobierno venezolano para atender a la población.

Se trató de una estrategia integral, diseñada para limpiar los desastres ocasionados por una inundación sin precedentes. Mientras, las instituciones del Estado atendían todos los aspectos de la vida cotidiana: alimentación, vivienda, jornadas de salud permanentes; y sobre todo, la organización del poder popular para definir el destino de las familias afectadas.

El despliegue en Las Tejerías fue ejemplar. De hecho, hace pocas horas la ministra de Educación, Yelitze Santaella, reportó una visita a la zona para atender la calidad de la educación. En consonancia con eso, el país es testigo de una recuperación económica sostenida durante todo 2022.

Sin embargo, hoy se plantea otro escenario. La guerra económica retoma su receta inflacionaria a través del dólar paralelo. Mientras tanto, Estados Unidos con su tradicional política de zanahoria y garrote, flexibiliza lo que le conviene para acceder al petróleo venezolano, pero la coerción sigue en pie.

Procesión por dentro

Pero otro elemento importante es el descalabro interno de los sectores de la oposición, cuya última aventura no solo desfalcó el país; también los dejó muy mal parados ante los venezolanos. Todo esto es un escenario en el que la derecha debe recurrir a medidas desesperadas. Otra vez.

Y justo cuando el país exhibe ante el mundo que puede ser una sede digna para una cita deportiva internacional como la Serie del Caribe, con instalaciones deportivas de gran nivel, las bandas criminales entran de nuevo a escena.

Mientras los efectivos de los cuerpos de seguridad repelen la acción, el trasfondo debe estar claro; la guerra contra Venezuela no termina mientras exista la disposición de manejar sus recursos de manera soberana.

Además, debe entenderse sin grises, que este tipo de bandas criminales deben ser atacadas desde todos los flancos. Las comunidades, empoderadas de sus espacios recuperados, y las autoridades con el peso de la Ley. La opinión pública tiene el papel de estar alerta ante estos movimientos, que no son para nada fortuitos, y que tienen el objetivo de devolvernos al caos.

 

 


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