Fue un mejor año para nosotros en Brasil. Sin duda. En primer lugar, porque tuvimos el primer año de un nuevo gobierno de Lula, dejando atrás los años de Bolsonaro. Al dejar de ser elegible este último, Bolsonaro fue derrotado, aunque no necesariamente el bolsonarismo. La lucha ideológica y política para consolidar la democracia y hacer avanzar el antineoliberalismo continúa.
Este nuevo año permitió al gobierno retomar la prioridad de las políticas sociales, rescatando programas tradicionales, comenzando con Bolsa Familia, seguido de otros y sumando nuevos programas para atacar la situación de desigualdad que sigue teniendo Brasil.
Porque no se abordó el problema económico central del país: el capital especulativo sigue siendo el eje fundamental de la economía de Brasil. Los bancos privados expresan esta hegemonía. La especulación financiera y las altas tasas de interés continúan dominando la economía de Brasil.
Es cierto que el desempleo ha disminuido, que la desigualdad ha disminuido, que la exclusión social es menor. Pero nada de esto llega a las calles. Las escenas callejeras generalizadas en todo el país siguen siendo las de personas abandonadas, durmiendo en las calles, familias enteras ocupando las veredas. Siempre nos preguntamos, cuando los vemos: cuándo y mediante qué mecanismos llegará el rescate de estas personas.
Lula siempre dijo que gobernar es cuidar de la gente. Estos cientos de miles de personas no tienen a nadie que los cuide. Como si los gobiernos no llegaran a ellos.
Nuestra mayor esperanza es que estas escenas dejen de ocupar nuestras calles y plazas. Que ya no haya personas que no sean atendidas.
Brasil mejoró en 2023 porque volvemos a tener un gobierno nacional democrático que habla, por Lula, por todos los brasileños. Que una vez más soy respetado en el mundo. Que tiene un presidente prestigioso, que es responsable de pacificar los conflictos bélicos en todo el mundo.
Brasil ha vuelto a una senda positiva. Tiene democracia, tiene como prioridades las políticas sociales, tiene atención a los más desfavorecidos. Mira a los países vecinos con atención y preocupación por ayudarlos.
Todavía no sabemos cómo será 2024. Existe una gran posibilidad de que Donald Trump –si puede ser candidato– vuelva a ser presidente de Estados Unidos, con posiciones extrañas, agresivas y aislacionistas hacia Estados Unidos.
Sabemos que es poco probable que las heridas que más nos duelen hoy –Palestina y Argentina– cambien. Los niños palestinos seguirán siendo las víctimas más crueles de la guerra en el mundo. Mientras Brasil sale de su peor momento, Argentina apenas comienza a entrar.
2023 fue un mejor año para nosotros, en gran parte gracias a la presidencia de Lula. Si Lula se postula para la reelección –como ya lo mencionó-, podríamos tener un período político muy especial: otros 7 años de Brasil con Lula. Habrá que aprovechar esta circunstancia histórica especial, con un proyecto estratégico que aproveche estas condiciones para poner en práctica un proyecto de transformaciones profundas en el país, que haga de este período un período histórico, único e irreversible.
EMIR SADER