En una declaración sorprendente, Pam Bondi, la fiscal general de Estados Unidos, incluyó a México en la lista de naciones que su país considera adversarias, colocándolo al mismo nivel que Irán, Rusia y China, naciones con las que EE.UU. ha enfrentado conflictos armados y comerciales significativos. Esta declaración desató una ola de incertidumbre y preocupación en las relaciones diplomáticas entre ambos países, ya que marca un precedente inusual en la retórica oficial estadounidense hacia su vecino del sur.
La declaración de Bondi ocurrió durante una audiencia ante el Comité de Gastos del Senado estadounidense. Allí, el legislador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, la cuestionó directamente. Graham buscaba claridad sobre la postura de la administración de Donald Trump frente a las presiones de naciones como Irán, especialmente después de un acuerdo con Israel para detener las acciones armadas, un anuncio que el propio Trump hizo sobre el conflicto, incluso llamándolo «La Guerra de 12 Días».
Bondi no dudó en articular la postura de la administración Trump. «Trump lo ha dicho alto y claro: No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro. No solo de Irán, sino también de Rusia, China y México, de cualquier adversario extranjero», afirmó la fiscal.
Esta aseveración directa y sin matices generó profundo malestar, especialmente en México, donde las autoridades buscan entender las implicaciones de tal categorización. La mención explícita de México junto a potencias con las que Estados Unidos mantiene una relación de rivalidad estratégica y, en ocasiones, confrontación, sembró una gran confusión.
Amenazas externas
La fiscal general afirmó enfáticamente que el gobierno estadounidense no se dejará amedrentar por la nación islámica ni por cualquier otra nación. En sus propias palabras, «ya sea que intenten matarnos físicamente o con sobredosis a nuestros hijos», dejando claro un enfoque agresivo hacia lo que perciben como amenazas externas. Bondi testificó en esta audiencia ante el Subcomité de Asignaciones del Senado, donde presentó la solicitud de presupuesto del presidente Trump para el Departamento de Justicia en Capitol Hill. Este contexto presupuestario subraya la seriedad con la que la administración aborda lo que identifica como riesgos a la seguridad nacional.
La inclusión de México en esta selecta lista de países que Estados Unidos considera hostiles podría haberse tratado de un desliz de la fiscal Bondi, un error verbal en un momento de alta presión. Sin embargo, dada la diplomacia poco convencional que caracteriza a la administración Trump, no podemos descartar la posibilidad de que esta declaración refleje una postura más deliberada.
La retórica a menudo provocadora de esta administración ha acostumbrado al mundo a declaraciones inesperadas que desafían las normas diplomáticas. Así, la comunidad internacional ahora observa con atención la evolución de las relaciones entre Estados Unidos y México, preguntándose si este señalamiento es un incidente aislado o el presagio de un cambio más profundo en la política exterior estadounidense.
