El que ha sido picado de culebra, cuando ve bejuco brinca. Los hechos vienen confirmar las reiteradas advertencias del diplomático e historiador venezolano, Samuel Moncada. Y es que en un movimiento telegrafiado, los Estados Unidos relanzan el Plan Colombia. Sólo un incauto puede pensar que la Casa Blanca busca intensificar la lucha contra el narcotráfico. Esta es, más bien, una coartada, bastante gastada por cierto, para planificar una invasión militar contra Venezuela.
Órganos de propaganda de Washington ya promueven la fuerza multinacional invasora de Venezuela. La estabilización debe ser con ocupación militar pero sin la presencia visible de EEUU en primera fila.
Son los ejércitos de Colombia y Centroamérica los que harán el trabajo sucio. pic.twitter.com/3Xs5krZQXD
— Samuel Moncada (@SMoncada_VEN) August 17, 2020
Sino, como entender que luego de anunciar una campaña de máxima presión contra el país, el asesor de Seguridad de EE.UU, Robert O’Brien, en plena pandemia de coronavirus saca tiempo para reunirse con Iván Duque en la Casa de Nariño. Y ambos anunciaron este relanzamiento del tan cuestionado: Plan Colombia.
O’Brien viajó acompañado de Mauricio Claver-Carone, asesor para asuntos latinoamericanos. Igualmente, asistió el jefe del Comando Sur, Craig Faller y Adam Boehler, director general de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos.
El asesor O’Brien anunció nuevos recursos para “atender la pandemia” en Colombia. Se habló de 42 millones de dólares para el sistema de salud, 10 millones de dólares para la microempresa y la pequeña empresa y 2 millones de dólares para ayuda alimentaria. “Ayudamos a nuestros amigos en tiempos difíciles”, aseveró el emisario del presidente norteamericano, Donald Trump.
Por su parte, el presidente colombiano, Iván Duque, aseguró que históricamente Colombia ha compartido valores con Estados Unidos: “valores democráticos y la economía de mercado. También la lucha transnacional contra el narcotráfico y el terrorismo”.
Burdas mentiras
Pero esta argumentación tanto de O’Brien como de Duque no resiste el más mínimo análisis. El plan Colombia fue una de las cartas fuertes del expresidente, Álvaro Uribe, para lograr grueso financiamiento y apoyo militar norteamericano, supuestamente para luchar contra el narcotráfico. De hecho después de Israel, la nación neogranadina se convertiría en el país con mayor apoyo financiero y militar de los EE.UU.
Esta política fue duramente cuestionada por los movimientos sociales colombianos. Sus resultados en la denominada lucha contra las drogas no pudieron ser más magros. Tras 15 años de duración, con una intervención velada y una inversión estimada en más de 10 mil 500 millones de dólares, el cultivo de coca en suelo colombiano sigue creciendo como nunca antes.
Colombia es hoy por hoy uno de los mayores centros de producción de cocaína en el mundo. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en su reporte de 2017, los cultivos de coca colombiana sumaron 171 mil hectáreas. Un área mayor que toda la que ocupa la ciudad estadounidense de Los Ángeles.
Droga como arroz
Agrega la ONU que ello representa un aumento de 17 por ciento respecto al año anterior. Y se añade una tendencia alarmante: “cada año desde 2013, la tierra usada para el cultivo de coca ha crecido; en promedio, 45 por ciento según el reporte. El cultivo también es tres veces más productivo que en 2012, de acuerdo con la agencia”.
Pero además analistas de talla internacional como el académico, Noam Chomsky, han denunciado reiteradas veces que, en general la política de guerra a las drogas, no es más que una gran coartada. Esto para encubrir un negocio mil millonario que arroja grandes ganancias a lo interno de los propios Estados Unidos.
De acuerdo con Chomsky, está más que comprobado que tiene mayor eficacia y resulta más económico invertir en el tratamiento y la prevención. Antes que destinar estas sumas monstruosas en la represión. Igualmente, el plan Colombia ha servido para la instalación de 9 bases militares en el vecino país.
Por encima de la ley
Los soldados norteamericanos no pueden ser juzgados por la justicia colombiana, pese a que hay varias de denuncias de violaciones de menores de edad realizadas por estos “oficiales”. Hay también innumerables reclamos contra la práctica de las fumigaciones aéreas con el agente glifosato, que destruye toda la vegetación. Y además hay indicios de ser un compuesto cancerígeno.
Descartada completamente la opción de guerra a las drogas. Y vista la obsesión del presidente colombiano, Iván Duque, por atacar a Venezuela, no cabe espacio para la duda. Mucho más si los propios Estados Unidos han anunciado esta campaña de máxima presión contra Venezuela, cuyo corolario es una invasión.
Hay que tener presente que desde Colombia se planificó la farsa de la ayuda humanitaria que no era más que una de invasión encubierta. También desde tierras neogranadinas se preparó y se entrenó a los mercenarios de la operación Gedeón y del frustrado plan magnicida contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en 2018.
Asimismo, desde Colombia se planificó la muerte del fiscal, Danilo Anderson y del joven diputado, Robert Serra. Esto durante los mandatos del inefable preso, Álvaro Uribe Vélez.
¿Guerra a las drogas? o ¿Invasión a Venezuela en su desesperación por impedir las elecciones parlamentaria del 6 de diciembre?, la respuesta es más que obvia.