por: Elio Córdova
La economía venezolana ha registrado, respecto del primer trimestre, entre los años 2014 y 2019, una caída del Producto Interno Bruto del -58%, lo que permite avizorar que este comportamiento se mantendrá durante el año 2020. Es decir, la capacidad de producir bienes y servicios ha sufrido una contracción dramática generando fuertes complicaciones para satisfacer el consumo interno.
Esta problemática, se exacerba de forma exponencial por dos aspectos: 1) el bloqueo criminal e ilegal que nos impone el gobierno imperialista de Estados Unidos, lo cual nos impide acudir al mercado internacional para adquirir desde las materias primas necesarias para impulsar la producción nacional, hasta medicinas y alimentos para atender a la población más vulnerable, en el contexto de la lucha contra el covid-19 que golpea duramente la economía mundial.
Gráfico: Producto Interno Bruto
Fuente: Elaboración Propia según datos disponibles en Banco Central de Venezuela
2) Los efectos negativos que está causando el COVID-19, catalogado según la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una pandemia que estremece el proceso de acumulación capitalista. Toda vez que las economías se detienen como resultado directo de esta amenaza, producto de la implementación de la cuarentena social como una política que impulsan los Estados nacionales a fin de controlar la propagación del virus, ello siempre que decidan priorizar la salud de la población, no así cuando la prioridad esté enfocada hacia la salud de la economía en cuyo caso las pérdidas humanas ya están siendo drásticas.
Dada la lógica del gran capital, según la cual no es rentable que la fuerza de trabajo no acuda a los centros de producción, tal es el caso de Brasil, EE.UU. y Unión Europea, donde los hacedores de la política, de cara a la feroz contracción económica que se avecina, prefieren sacrificar vidas como una medida desesperada para disimular y ralentizar una crisis económica que hasta los momentos es prematuro definir su duración, impacto y alcance.
En medio de esta compleja crisis económica, nuestro Gobierno tiene dos arduas tareas: resguardar a la población más vulnerable mediante políticas focalizadas (CLAP, compras desde casa, incentivos económicos mediante la plataforma Patria, entro otros) y en paralelo estimular la producción nacional.
Esta última, representará gran dificultad dada las condiciones descritas, sin embargo, la ocasión nos obliga a identificar, resguardar e impulsar mediante políticas sectoriales (exoneración de impuestos, créditos, simplificación de trámites) empresas de producción nacional que nos permitan generar los alimentos y demás bienes de primera necesidad garantizando un mínimo de seguridad agroalimentaria ante escenarios de adversidad que pueden desatarse producto de la incertidumbre manifiesta; esto es que Estados tomen medidas nacionalistas con las que se garanticen necesidades internas antes que ofertar esos bienes y servicios en el mercado internacional.
Elio Córdova
Economista
Doctorando en ciencias sociales