El presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó este jueves una orden ejecutiva para desmantelar el Departamento de Educación. Durante una ceremonia en la Casa Blanca, rodeado de niños sentados en pupitres, el mandatario mostró el documento y declaró: «Hoy, tomamos una acción histórica que lleva 45 años en desarrollo. En unos momentos, firmaré una orden ejecutiva para comenzar a eliminar el Departamento de Educación de una vez por todas».
Trump aseguró que las funciones útiles del Departamento, como la asignación de becas escolares y el financiamiento para estudiantes con discapacidades, se preservarán y transferirán a otras agencias para su administración. El decreto establece que la administración de los fondos escolares corresponderá individualmente a cada estado, lo que, según el presidente, permitirá una gestión más eficiente y cercana a las necesidades locales.
Sin embargo, el cierre completo del Departamento requiere la aprobación del Congreso estadounidense, donde la medida ha generado críticas, especialmente entre los representantes demócratas. Estos han argumentado que la eliminación del Departamento podría afectar negativamente la equidad y el acceso a la educación en todo el país, especialmente en comunidades vulnerables.
Despido de Trabajadores
La secretaria de Educación, Linda McMahon, ya había anunciado y ejecutado reducciones significativas en el Departamento. A principios de este mes, más de 1.300 trabajadores perdieron sus empleos, reduciendo la fuerza laboral del Departamento a casi la mitad. McMahon defendió estos cambios, afirmando que buscan asegurar «la eficiencia, la rendición de cuentas y la garantía de que los recursos se dirigen a donde más importa», según informó «The New York Times».
El Departamento de Educación fue creado en 1979 para combatir la segregación educativa y garantizar igualdad de oportunidades. Para el año fiscal 2025, contaba con un presupuesto de más de 102.000 millones de dólares, lo que representaba casi el 1 % del presupuesto federal de EE.UU. Trump ha insistido en que el Departamento se ha convertido en un gasto innecesario, argumentando que sus resultados no justifican la inversión y que los estados pueden gestionar mejor los recursos educativos.
Desde su llegada al poder, Trump ha promovido el cierre del Departamento, afirmando que es un drenaje del dinero de los contribuyentes con bajos retornos en la mejora de la calidad educativa. Sin embargo, críticos advierten que esta medida podría profundizar las desigualdades y dejar a millones de estudiantes sin el apoyo federal necesario. El debate sobre el futuro del Departamento de Educación promete ser uno de los temas más polarizantes en los próximos meses.