Del viernes negro del 83 a la Venezuela del 2020, tres grandes diferencias

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La denominada “Venezuela Saudí” se desvanece el 18 de febrero de 1983, día conocido en la historia contemporánea de Venezuela como “El viernes negro”, aquel supuesto paraíso de bonanza terminó siendo más que un oasis, un espejismo que encubría un enorme desierto de exclusión y desigualdad.

Devaluación y pérdida del poder adquisitivo, que condujo progresivamente a la profundización del modelo neoliberal expresado en forma de «Paquetazo» del Fondo Monetario Internacional adoptado por Carlos Andrés Pérez, detonante del caracazo el 27 de febrero de 1989 y antecedente inmediato del 4 de febrero de 1992.

Actualmente existe la idea de que la situación actual es equiparable a aquel viernes 18 de febrero de 1983 y aunque se atraviesan dificultades económicas, las diferencias son notables.


Primera Diferencia

En el 83, la economía venezolana no sufría ningún cerco financiero dedicado a destruir el valor de la moneda y en un sentido más amplio, la economía del país, ese “hacer gritar y crujir la economía” de Nixón y Kissinger implementado en la Chile de Allende, retomado por los Trump y Abrams de hoy en Venezuela. Es decir, el colapso económico del 83, es consecuencia del propio funcionamiento del sistema económico implementado, mientras que en la Venezuela del 2020 existen deliberadas acciones externas cuyo propósito es hacer colapsar la economía.

Segunda diferencia

No existieron políticas públicas orientadas a contrarrestar el impacto económico en los sectores populares, lo que hoy representan, tanto los bonos otorgados a través del carnet de la patria, como Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que garantiza el acceso a alimentos básicos, ambas muy atacadas por quienes, en aquel viernes negro y en los años sucesivos, dejaron a la deriva a los sectores más vulnerables.

Tercera diferencia

Por último, una diferencia muy simple y a la vez conclusa, es impensable que en aquel viernes negro, existiera un viernes negro paralelo en el que consumidores desbocados corren por centros comerciales como el Sambil, desesperados por gastar dinero para comprar ropas, celulares, electrodomésticos… como se vio en Venezuela en noviembre de 2019, signo evidente del dinamismo progresivo que adquiere la economía venezolana en tan dificiles circunstancias, destacado incluso por medios anti Maduro como New York Times,   y que desesperadamente se trata de negar desde los sectores adversos al gobierno.

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