Del olvido al ni recuerdo a Orlando Urdaneta

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Hace casi 73 años, Maracaibo vio nacer a Orlando Urdaneta, actor venezolano convertido en uno de los más acérrimos defensores de las barras y las estrellas que forma parte de la parranda de opositores que viven de odiar a la Revolución Bolivariana desde su poltrona en Miami.

Más allá de continuar con su carrera de lo que según describe Wikipedia posee como: «actor, presentador dramaturgo, artista plástico y humorista venezolano», Orlando Urdaneta cayó en un muy miserable papel de actor pero político. Quedó rodeado de las frustraciones que abundan en quienes abandonaron el barco, deseando que se hundiera y ahora refunfuñan por una pobre representación del oposicionismo venezolano que no ha podido (ni podrá) con los «rojo rojitos».

Las glorias obtenidas por su desempeño como primer actor, humorista y figura de la televisión venezolana, quedaron cubiertas con el polvo del olvido y el pasar de los años. Bajo la excusa de una supuesta persecución que atentaría contra su vida, huyó a los Estados Unidos hace 2 décadas. Desde allá, en las pocas tarimas donde tiene chance de subirse, fomenta la intervención militar a su propio país, aúpa el éxodo de jóvenes y la caída de la democracia.

Época de oro

Antagónicamente, Orlando Urdaneta vivió los años de censura de la 4ta República. Esos en los que los actores debían cuidar mucho sus opiniones con respecto al gobierno, por temor a las represalias. También formó parte de una generación que acomodaba sus posiciones estratégicamente, según el color de la silla presidencial en búsqueda de la sonrisa cómplice de los jefes de turno.

Su arte palideció y el teléfono dejó de sonar. Al punto que, recientemente, publicó una suerte de currículum vitae desesperado En donde ofrece sus servicios como artista, pero además destaca otras habilidades.

«Trapeo. Barro. Sacudo el polvo. Paseo perros. Cuido niños y les cuento cuentos e historias, a la hora de dormir. Vigiló las ollas y volteó frituras. Hago masa con Harina Pan. Hago pasta al dente. Friego platos y cubiertos. Limpio piscinas y cuido el jardín».

En este anuncio clasificado, demuestra la decadencia de un septuagenario deprimido porque no ha podido conseguir que, desde lejos, se cumpla su deseo de la caída de un mandato democráticamente electo por el pueblo.

El odio carcome

El odio por el que piensa distinto, ha consumido el brillo de Orlando Urdaneta que, de la comedia pasó a la tragedia de vivir en exilio autoprovocado. Ahora la soledad y el olvido le pasan una costosa factura karmática.

Algo así, sucede con su colega y compatriota Franklin Virgüez quien también ha protagonizado, pero no producciones melodramáticas; sino tristes escenas en las que el desequilibrio y una rabia irracional han superado sus aptitudes histriónicas para rayar en el ridículo. Y ya todos conocen que, de allí no se regresa.

Sin embargo, a pesar de haber caído en esta situación lamentable, prepotencia no le permite bajar tanto la cabeza. Por eso cierra su anuncio buscando empleo, con lo que en realidad importa en the land of the free: «Tengo buena presencia y todos mis papeles en regla».

 

 


 

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