El 20 de febrero de 1859 retumba el grito de federación en la aún incipiente república. El 22, proveniente del exilio, desembarca en la Vela de Coro Ezequiel Zamora y se erige como el líder de la revolución federal. Si la gesta de independencia consolidó la soberanía respecto al imperio español, la revolución federal busca reivindicar las aspiraciones populares, confrontar a la oligarquía conservadora y luchar contra el reparto desigual de las tierras que perjudicaba a campesinos y al pueblo en general. Lo asume como una prolongación de la gesta bolivariana:
“¡Viva la federación! ¡Viva la verdadera república! ¡Viva, y para siempre, la memoria de los patriarcas de nuestra independencia, de los hombres del 5 de julio de 1811, los que en el acta gloriosa dijeron a los pueblos: federación! “Que se cumpla, pues, después de tantos años”.
Ejercía un fuerte liderazgo popular, pero también militar, destacado su carácter de estratega como en la Batalla de Santa Inés. Por desgracia, Zamora muere antes la conclusión de la guerra, una bala misteriosa y un crimen nunca esclarecido, dejó sin el General del Pueblo Soberano al movimiento popular organizado que decidió acompañarlo. Aquella lucha de nobles ideales, mutó a una lucha por el poder entre dos facciones.
Zamora en el árbol de las tres raíces
Luego de la insurrección cívico militar del 4 de febrero de 1992, el liderazgo de Hugo Chávez irrumpe en la escena nacional y su proyecto se cimienta en el denominado “Árbol de las tres raíces”, a saber: la raíz bolivariana, la raíz robinsoniana y la raíz zamorana. De las tres, es la Zamorana la más incómoda.
La figura de Bolívar, había sido usada desde el poder para promover un superficial patriotismo, sin practicar su ideario e incluso sin difundirlo profundamente. Juan Vicente Gómez o Guzmán Blanco son dos de muchos ejemplos. Mientras que la figura de Simón Rodríguez siempre se construyó sobre su condición de educador del libertador y su presencia en el juramento de Bolívar en el Monte Sacro. Sus ideales y convicciones poco se difundieron, conteniendo su posible influencia.
¡Oligarcas temblad!
Mientras que a Zamora no había como matizarlo. Sus gritos de “Tierra y Hombres libres” y “Oligarcas temblad, viva la libertad”, no había manera de reinterpretarlo y ajustarlo a la conveniencia de las élites y más concretamente, de la oligarquía. Por ello se trató, por una parte de no conceder la relevancia y trascendencia que tuvo y por otra de disminuir su figura reduciéndolo a un “revoltoso” o “caudillo bravucón”, atenuando su pericia en las tácticas militares, su formación ideológica y su notable aceptación en las bases populares.
El sombrero de cogollo y el quepis militar
La raíz zamorana en el proyecto de Chávez no sólo retoma el “tierra y hombres libres” como reivindicación campesina, también la necesidad de la unión cívico-militar, destaca el entonces conocido como líder del 4 de febrero y que a la postre sería el Presidente y Líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, en diciembre de 1994 en discurso celebrado en el aula magna de la Universidad de la Habana, lo siguiente:
“Y una raíz más reciente, la raíz zamorana (…) Zamora, el general que usaba doble cubre cabeza, un sombrero de cogollo y un quepis militar sobre el sombrero de cogollo, y lo explicaba en un concepto que después Mao Tse-Tung reflejó de otra manera, en otro tiempo y en otro lugar (…) el pueblo es al ejército como el agua al pez, y ustedes no solamente lo saben, sino que lo han aplicado”.
El proceso bolivariano retoma las banderas zamoranas, para materializar su ideario, traicionado desde el triunfo de la Revolución Federal, hasta el final de todo el siglo XX.