Ya son 3 años de la reelección del presidente Nicolás Maduro, un proceso que quizás sea el de más alcance internacional en mucho tiempo en nuestro país, porque se hizo a pesar del pretendido boicot internacional por desconocer su legitimidad.
Los comicios fueron el cumplimiento de un acuerdo que se discutió con la oposición radical en un diálogo que se llevó a cabo en República Dominicana; pero que finalmente no firmaron por presiones de los EE.UU.
Eran las elecciones adelantadas que solicitó la derecha para luego no participar en ellas. El plan era deslegitimarlas con el argumento de que no participaban “los factores democráticos” agrupados en la mesa sectaria de 4 partidos que monopolizan las consignas opositoras.
Desde el chavismo no se sucumbió al chantaje interno ni extranjero. Los comicios fueron el cumplimiento de una palabra empeñada y al mismo tiempo el ejercicio soberano de una nación que resuelve sus propias decisiones.
Sí participó la oposición
Á pesar de que se quiso imponer la narrativa de que las elecciones no eran democráticas porque el chavismo “competía solo”, la realidad es que el entonces candidato Nicolás Maduro se midió contra 2 contrincantes insospechadamente chavistas.
El exgobernador del estado Lara, Henry Falcón, y el pastor evangélico Javier Bertucci fueron los rivales de una oposición dividida por efecto de sus propias contradicciones.
Ambos sobrellevaron la presión de Washington para arrepentirse, tocando a última hora a Falcón. Éste durante el proceso cedió al boicot de su propia opción denunciando la supuesta violación de garantías electorales, desmovilizando así a sus propios votantes.
Falcón se dio «un tiro en el pie»
El candidato de Avanzada Progresista sepultó así la proyección de ser al menos un contendor político creíble y con un capital electoral contado para afiliarse a la estrategia de la deslegitimación que no consiguió otro efecto que anularle a él mismo.
Al final de la jornada, y a pesar de los repetidos llamados a la no participación, se resolvió electoralmente la reelección del presidente Nicolás Maduro. El abanderado del bolivarianismo sacó 6.245.862 votos, lo que equivale al 67.84%, la proporción más alta en la historia de Venezuela; seguido del 20.93% de Falcón y el 10.082% de Bertucci.
Así, Maduro sacaba el porcentaje más alto y la diferencia más abultada respecto al segundo, no por efectos de una insinuación de trampa sino por el resultado de una torpeza opositora que con una matemática extraviada siempre cuenta que menos es más.
La estrategia del desconocimiento
Como era de esperarse, los países de la denominada “comunidad internacional”: EE.UU., Europa y Grupo de Lima desconocieron el resultado, y deslegitimaron la autoridad del Presidente una vez comenzó formalmente el periodo en enero de 2019.
Empezaba así la trama del gobierno interino, la agudización de las sanciones, la presión internacional y el saqueo de las reservas de Venezuela. Pero al mismo tiempo se desarrollaba la más tenaz operación de resistencia que comprueba que nuestro país no tiene “cualquier pueblo”.