Apenas se conoció la noticia de un informe de la Misión Internacional «Independiente» de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde se señala a Venezuela de cometer graves violaciones a los Derechos Humanos, inmediatamente recordé un escrito del Subcomandante Marcos del año 1994, titulado: «¿De qué nos van a perdonar?»
Aquella misiva del líder zapatista con su título tan provocador, retrataba de cuerpo entero las inmoralidades de un sistema impresentable. Que lejos de mejorar ha llegado a niveles increíbles de descomposición. Es que en el denominado establishment mundial campea la mentira, el cinismo, el doble rasero, la maldad y el dedo presto para acusar falsamente.
¿Quién tiene que pedir perdón?
Hace casi 30 años el Subcomandante, hacía reflexiones como estas: «¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? (…) ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que durante años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra, que acabamos por dejar de tenerle miedo?»
Nuestra amada patria sometida a las más brutales agresiones, ahora es presentada en las vitrinas mediáticas como victimaria. Apelando al viejo truco de invertir la realidad, nos tratan de asesinar dos veces: en el plano real, privandonos de lo esencial para vivir y en el plano simbólico, tratando de destruir nuestra moral y reputación.
Será que acaso la Misión Internacional «Independiente» de la ONU, con su nombre tan rimbombante, como ridículo, no se ha enterado que en plena pandemia global de covid-19, EE.UU. se ha ensañado cada vez más contra nuestro país. Que la persecución ha llegado hasta el punto de decomisar tanqueros cargados con combustible, para lograr un colapso total de la distribución de alimentos y medicinas.
Masterstroke
Los buenos muchachos de la ONU, tan tecnócratas y bien dispuestos, no saben que existe un documento firmado en 2018 por el propio Almirante Kurt Tidd, ex jefe del Comando Sur con el sugestivo nombre de: «Plan para derrocar a la dictadura venezolana Masterstroke (Golpe maestro)«, donde se señalan, una a una, toda la serie de barbaridades que se han cometido contra el país y sus instituciones ¿Y aún así tienen la desfachatez de acusar?
Guerra económica, despojo de bienes de la República, bloqueo asfixiante, persecución financiera, infamias, guarimbas recargadas. Nadie le dijo a la ONU que sobre la cabeza del presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, hay una recompensa de 15 millones de dólares. No indagaron sobre el intento de atentado magnicida de agosto de 2018.
Tampoco supieron de Gedeón y el plan Aurora. No hubo nadie que les pudiera informar del apagón nacional, producto del sabotaje al Servicio Eléctrico Nacional, ejecutado por esos mismos grupos que veladamente defienden. Ni siquiera se enteraron que el bloqueo provocó la muerte de 40 mil venezolanos tan solo entre los años 2017 y 2018, por falta de alimentos y medicinas ¿Cómo se le puede llamar a eso? ¿Genocidio? ¿Será lesa humanidad?
Corte Penal al banquillo
Pero lo que es más trágico es que en esta ópera bufa, tampoco hubo alguien que le dijera a la gente de la «Comisión Independiente», que el señor Donald Trump y su banda de malandros le aplicó sanciones a Fatou Bensouda, Fiscal General de la Corte Penal Internacional (CPI).
¿El delito? por que la funcionaria pretendía iniciar una investigación contra EE.UU. para determinar si hubo crímenes de lesa de humanidad en la guerra de Afganistán. La CPI en 2016 había llegado a la conclusión de que existía una base cierta para pensar que los oficiales de EE.UU, ¡Oh sorpresa! habían cometido tortura en los centros de detención secretos operados por la CIA.
Para Mike Pompeo la iniciativa de Bensouda constituyó un «intento ilegítimo de someter a ciudadanos estadounidenses a su jurisdicción«. No obstante, es lógico que Pompeo piense así, al fin y al cabo en Colombia sus oficiales se han cansado violar a menores de edad y nadie los puede acusar en ese país, tan plegado como está al hegemón del Norte.
Parafraseando al Subcomandante Marcos, cabe la pregunta: ¿De qué nos van a acusar?, ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede concederlo?
DANIEL CÓRDOVA ZERPA
@dcordovaster