Cuba: por el fin del bloqueo | Por: Carlos Heller

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Hay una historia reciente en Cuba y otra que ya lleva sesenta años. La primera es la que relata la existencia de problemas, insatisfacciones y descontentos en la isla. La segunda es la historia del bloqueo, una medida que un país poderoso, los Estados Unidos, ejecuta contra otro pequeño a lo largo de seis décadas para intentar asfixiarlo y doblegarlo.

La oposición política y mediática en la Argentina simplifica el relato: cuenta la primera historia sin la segunda. Por supuesto, ello no es sostenible. Ambas están interrelacionadas: el descontento en la isla no ocurre en el vacío sino en un escenario donde el bloqueo norteamericano se ha endurecido producto de una serie de medidas dispuestas por la administración Trump y heredadas por el gobierno de Biden.

Cuba está siendo agredida y, ante una agresión de esa magnitud, debemos expresar nuestra mayor solidaridad. Además, es necesario exigir el cumplimiento del principio de autodeterminación de los pueblos. En nombre de la libertad, no es admisible intentar quitarle a otro país la libertad de tomar sus propias decisiones.

Hace unas semanas, la Asamblea General de las Naciones Unidas dictó una nueva resolución contra el bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba: 184 votos a favor, 2 en contra y 3 abstenciones. Sólo se opusieron Estados Unidos e Israel y se abstuvieron Colombia, Brasil y Ucrania.

Desde 1992, con la única excepción de 2020 debido a la pandemia, las Naciones Unidas han adoptado todos los años esta posición en contra de la medida unilateral de la potencia del norte. Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, Reino Unido, España, Japón, la India, China, casi todos los miembros del G20 o de la OCDE, entre otros países, votaron a favor del levantamiento del bloqueo. En América Latina, salvo Brasil y Colombia, el resto de la región también apoyó el fin de la medida. Es decir: Estados Unidos, acompañado de Israel, sostiene una posición que lo aísla del mundo. Es una posición beligerante en minoría absoluta en el escenario global. En 29 oportunidades el organismo multilateral ha pedido por abrumadora mayoría el levantamiento del bloqueo. Paradójicamente, la forma de impulsar la libertad en Cuba, por parte de los EEUU, es intentando quitársela.

¿Qué significa bloqueo? Quiere decir que los Estados Unidos sancionan a todo aquel que comercie con Cuba, por ejemplo, a los barcos que tocan puerto cubano o a las compañías de seguros que aseguran a estos barcos que entran en contacto con la isla. El bloqueo también significa que Cuba prácticamente no tiene acceso a internet y que no puede operar financieramente en el mundo, entre muchas otras restricciones.

Con relación a este tema, el presidente Alberto Fernández ha dicho que “los bloqueos le están haciendo un daño incalculable a Cuba y Venezuela” y recordó que en las últimas dos reuniones del G20 pidió “por favor que se terminen los bloqueos en el mundo, porque cuando bloquean a un país bloquean a una sociedad, y eso es lo menos humanitario que existe”. Y agregó: “No soy yo quien debe decirle a los pueblos lo que tienen que hacer; ni la Argentina ni ningún país del mundo (…). Sí, tenemos que favorecer la paz de los pueblos y que los pueblos encuentren el diálogo y el camino de salida”.

El Presidente retoma una tradición que tuvo una de sus mayores manifestaciones cuando la Argentina rompió el bloqueo contra Cuba en el tercer gobierno peronista. En aquel entonces, el gobierno argentino impulsó el otorgamiento de un préstamo al país caribeño para financiar la compra de automóviles de fabricación local. Las terminales automotrices de origen norteamericano (Ford, Chrysler, General Motors) se negaron a cumplir con ese compromiso debido al bloqueo de los Estados Unidos contra la isla. El ministro de Economía argentino, José Ber Gelbard, contestó que “la Argentina no espera la autorización de nadie para que las empresas instaladas en su territorio efectúen transacciones con naciones con las que mantiene normales relaciones diplomáticas”.

En el mismo sentido, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha sostenido recientemente que para ayudar a Cuba “lo primero que se debería hacer es suspender el bloqueo como lo están solicitando la mayoría de países del mundo. Este sería un gesto verdaderamente humanitario. Ningún país del mundo debe ser cercado, bloqueado, eso es lo más contrario que pueda haber a los derechos humanos”. Además ha manifestado su “solidaridad con el pueblo cubano” y consideró que “debe buscarse una salida mediante el diálogo, sin el uso de la fuerza, sin confrontación, sin violencia. Tienen que ser los cubanos los que decidan porque Cuba es un país libre, independiente y soberano”.

En la semana, en una reunión del Grupo Hermandad en el que participan ex presidentes, ex cancilleres, parlamentarios y líderes populares de América Latina, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, realizó un informe donde afirmó que el reciente ataque contra la isla “se trata de una operación político mediática organizada desde el territorio de los EEUU y desde dominios y cuentas fundamentalmente de la Florida, con alteración de mecanismos de geolocalización, con el uso de herramientas carísimas de alta tecnología”. Rodríguez añadió que “el bloqueo de EEUU y, en particular, las 240 medidas que aplicó el gobierno de Donald Trump, en especial las más de 50 que aplicó durante la pandemia, impidieron, por ejemplo, la adquisición de respiradores o ventiladores pulmonares para terapia intensiva o afectan la producción de vacunas”.

En la misma línea de la manipulación mediática comentada por el canciller cubano, el montaje que han realizado de las imágenes de las protestas ha sido grotesco. Por supuesto, eso no quiere decir que no haya problemas e insatisfacciones en la isla. Pero, junto a ello, un aparato de falsificación de los hechos intenta hacer aparecer esas protestas como masivas y desbordadas. Por ejemplo, hay fotos adjudicadas a Cuba que no tienen nada que ver con este país. Una de ellas está contextualizada como “los cubanos quieren libertad”, pero es una foto de la celebración en Buenos Aires del triunfo argentino en la Copa América ante Brasil. Otra hace referencia “al malecón habanero” pero es de una protesta en Egipto en 2011.

Necesitan falsificar los hechos para luego poder denunciarlos.

 

CARLOS HELLER

Diputado nacional por el Frente de Todos

Fuente: pagina12.com.ar


 

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