Crítica de la crítica | Por: Freddy Fernández

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Sé que voy a ser criticado por atreverme a criticar a la crítica. Me atrevo porque quienes elogian la crítica la defienden con el argumento de que la crítica es buena y aseguran, además, que quien no critica no es inteligente y es jalabolas.

Comienzo por proclamar que, entre las muchas autoproclamaciones, creo que pocas me entristecen más que la autoproclamación de “crítico” o “crítica”.

No se trata de que no me guste la crítica y tampoco de que me guste. Existe y no hay nadie que no posea capacidad crítica y, por tanto, nadie que deje de criticar.

Recuerdo que en una reunión familiar, uno de mis hermanos señaló, con total acierto, que cada persona que se retiraba del encuentro se convertía de inmediato en objeto de la más despiadada crítica. Dijo que sería el último en salir. Quería criticar a todos sin ser objeto de ninguna crítica.

Dado que se trata de una habilidad que considero natural e inevitable, me sorprende que haya gente que se vea en la necesidad de anunciar que va a ser crítico cuando empieza a hablar en una reunión. En ocasiones me provoca decirles que sería bueno que también dijeran lo que piensan, pero temo que lo tomen como una crítica imperdonable.

Al recientemente fallecido, Julio Anguita, líder histórico del Partido Comunista de España, en una entrevista le preguntaron si no tenía él críticas al presidente Maduro. Respondió que sí, que tenía varias y que esperaba poder reunirse con él para formularlas. Agregó que tenía muy claro que compartía trinchera con el presidente venezolano y que ambos sabían quién era el enemigo.

He conocido también gente que cuenta exactamente lo contrario, que estuvo en espacios donde prefirió tragarse la crítica, por lo que sus críticas parecieran ser valiosas porque vienen de primera fuente y, sin embargo, a mí me suenan a veces falsas, cómplices o cobardes.

Quizá lo digo porque tengo la sensación de no haberme tragado nada, todo lo contrario, de haber cometido excesos; como en la ocasión cuando critiqué a un ministro en su oficina por no publicar datos y él, muy amablemente, me preguntó si había revisado el portal del ministerio. Tenía razón el ministro, mi virulenta crítica carecía de toda base, pero él no me criticó.

Lo peor de la crítica es cuando uno se topa con un jalabolas crítico. Es una especie muy abundante, pero difícil de detectar, porque hay que tener la posibilidad de verlo actuar en diferentes escenarios para entender sus mecanismos.

Los he visto elogiar al público y destrozar a dirigentes y funcionarios hasta provocar enardecidos apoyos y aplausos, pero después, en una reunión privada, elogiar a las mismas personas y criticar la falta de comprensión política del público. No sé si son coherentemente jalabolas o coherentemente críticos, pero yo los critico.

Ya al final notarán que no me guía ninguna motivación autocrítica. Me gusta criticar pero no me considero crítico, aunque aquí me haya puesto a criticar algunas cosas de la crítica.

 

FREDDY FERNÁNDEZ

@filoyborde

Publicado en ciudadccs.info


 

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