Crisis del pensamiento económico dominante | Por: Elio Córdova

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Los criterios que definen una situación de crisis son ambiguos y paradójicos, especialmente, hoy día, en el marco del crítico sistema económico. La existencia de millones de personas desempleadas, sumergidas en la miseria; la enorme cantidad de terrenos desérticos; el repentino y brusco cambio climatológico; la creciente contaminación ambiental de ríos, mares y lagos; la extinción progresiva de un gran número de especies animales; en fin, los estragos que causa la relación social de producción capitalista hacia el medio físico se justifican con el engañoso axioma schumpeteriano de la «destrucción creativa», al que sigue unido el pensamiento económico dominante. Por ello, todo este disparate del tiempo actual se sigue asumiendo como un mal necesario, para garantizar el proceso de acumulación a escala mundial.

Es así que, grandes instituciones a merced del gran capital -Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización de Naciones Unidas, Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés), entre otras -clasifican tales problemas como una serie de objetivos a «superar» en un futuro que siempre luce lejano, o más bien inalcanzable.

No obstante, una corrida de la bolsa de valores estadounidense es considerada de inmediato como una crisis. La caída de grandes instituciones bancarias producto de su mala praxis, representan una situación de crisis. Basta con revisar minuciosamente las publicaciones de cada una de estas organizaciones mundiales, para constatar que existe un criterio generalizado mediante el cual caracteriza la realidad mundial, en torno al tema de la crisis, en función de una concepción antagónica con los intereses de la humanidad. Resulta realmente absurdo ese criterio, pero, sobre todo, es una habilidosa trampa lingüística, semántica, simbólica y conceptual, promovida y –por supuesto- aceptada desde los principales centros de producción de conocimiento.

En realidad, es el pensamiento económico ortodoxo, que suscribe los postulados del neoliberalismo, el que atraviesa una profunda crisis, en tanto que su basamento teórico está en función de salvaguardar los intereses del gran capital, olvidando por completo que el objeto de estudio de la economía es el ser humano.

De tal forma, que nos encontramos frente a un círculo vicioso que inexorablemente nos conducirá hacia un abismo. Esta grave amenaza plantea una aceleración de las contradicciones sociales, económicas y políticas, las cuales son capitalizadas por élites que en el marco del proceso de centralización y concentración del capital se enriquecen, mientras ocurre la depauperación progresiva del resto de la sociedad.

Esta crisis que atraviesa el pensamiento económico dominante confluye con un conjunto de otras crisis, que se expresan desde lo económico, político y social, hasta lo ecológico y cultural. Urge pues replantear la ciencia económica desde la perspectiva y el método de la economía política, en aras de garantizar una base teórica sólida que nos permita hacer una lectura integral de las distintas crisis que confluyen hoy día en una sola gran crisis civilizatoria.

Esto para desnudar sus causas, su entramado de interconexiones, alertar sobre sus posibles consecuencias y –lo más importante- sustentar la praxis transformadora para hacer viables y verdaderamente humanas nuestras sociedades. Sería un craso error y una inexcusable irresponsabilidad persistir en la postura académica fraudulenta de presentar las diversas crisis como procesos distintos y autónomos, que no guardan ninguna relación entre sí.

 

Elio Córdova Zerpa 

@ecz21


 

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