El atardecer era el anfitrión de un hijo ilustre: Nicolás Maduro, enraizado por sus familiares al suelo de Coro, saluda con la mano extendida a un pueblo que, entusiasmado, añora conversar con su líder.
Él viste una camisa verde manzana, un color asociado a la frescura y la vitalidad, pero también a la renovación que, precisamente en esta época, define el camino de la Revolución Bolivariana rumbo al 2030. El patriotismo está a flor de piel.
Estrecha manos, intercambia sonrisas y responde con afecto a los múltiples «¡Presidente!» que se escuchan a su paso. Nicolás, acompañado de su fiel compañera Cilia Flores, toca su corazón que, seguramente, está henchido de orgullo por encontrarse una vez más con el pueblo que siempre, a pesar de las adversidades, se ha mantenido firme, leal.
Escoltado por caballos de hierro, imposibles de enumerar, continúa saludando, mientras con su otra mano sostiene firmemente cartas, mensajes, clamores de hombres y mujeres de a pie.
En pancartas se lee claro «Bienvenido, Presidente», gesto de bienvenida que agradece con un inmenso grito de «¡Viva Coro!» que, por momentos, pareciera perderse entre las expresiones eufóricas del soberano que representa la fuerza vital de la Revolución Bolivariana.
El sol está sobre su espalda. Nicolás, como ya es característico en sus recientes encuentros con el Poder Popular, se acomoda sobre el vehículo que lo transporta para compartir mucho más de cerca con la inmensa marea que lo veía venir.
Él lanza besos al aire, pregunta por los niños, se preocupa porque todos estén bien, gira un poco para devolverle el saludo a quienes le siguen. Es impresionante la manifestación de cariño que se agiganta, al mismo tiempo que se acorta el camino a su destino.
De pie, viendo fijamente los rostros de los corianos, algunos ocultos detrás de los dispositivos móviles que registran nuevos recuerdos. El contundente «¡No volverán! ¡No volverán!» se extiende algunas cuadras más allá de su ubicación.
La escena parece de película, un montón de almas lo rodean gritando «¡Vamos Nico!», él no deja de sonreír, de agradecer el acompañamiento de los verdaderos héroes de la batalla sin cuartel por la defensa de la soberanía, del derecho a ser libres.
Lo que ahí se evidencia es una ratificación de lo que ya ha expresado muchas veces el pueblo: Nicolás es su Presidente, su conductor de victorias y el hombre que con dedicación a diario sigue construyendo Patria.
Prensa Presidencial.