Come gorgojos | Por: Freddy Fernández

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La pobreza implica la experiencia de la humillación. A veces, tan potente, que hay quien se propone “salir del barrio”. Parece normal decir “pobre pero honrado”, como si pobreza fuera delincuencia.

La humillación que ejerce la élite se logra con el monopolio de la riqueza y del capital cultural. La “meritocracia” funciona como justificación para la discriminación. La élite venezolana, en su estructura cultural, practica y teoriza un clasismo y racismo “simpático”, en el que los pobres aparecen como flojos, irresponsables, temperamentales, divertidos y hasta creativos, sobre todo como personas que están en tal condición por no tener la inteligencia ni la disciplina para cambiar de situación.

Durante años esa percepción clasista, y de apariencia condescendiente, ha imperado en el mundo de la cultura, la educación y el entretenimiento. El empeño en “salir del barrio” puede tener como escalón la formación universitaria. “Me quemé las pestañas”, es decir, “tengo un título”, se usa para justificar privilegios, entre ellos el de que su opinión sea valorada, acertada o de mayor peso.

Aunque en nuestro país se ha realizado la proeza de masificar y municipalizar la educación universitaria, hay personas que todavía piensan que un título universitario les hace más importantes, cuando deberían pensar que su compromiso con nuestra sociedad es mayor.
En el intento de escapar de la discriminación, hay quien asume una estrategia mimética, es decir, cree que discriminar a sus iguales les hace ya parte de la élite.

Es necesario tener pensamiento crítico y abstracto. Desde hace años nuestra educación redujo los componentes humanísticos. La realidad no es simple. Incluso lo que vemos puede no ser cierto. Se requiere abstracción y capacidad crítica para acercarnos más a lo real.

Es importante recordarlo, en plena batalla cultural y moral contra el fascismo, porque el fascismo explota la carencia de estas herramientas al proponer un esquema sencillo, el bien y el mal, en el cual el mal ocurre porque millones de personas supuestamente no trabajan, no son honestos, no son educados y no saben votar.

Este discurso se concreta en una supuesta superioridad moral. Condenan a hermanas y hermanos por “comer gorgojos”, pero apoyan a los ladrones que han robado 31.000 millones de dólares de los recursos de Venezuela y más de 3.500 millones de dólares del Gobierno de EE.UU.

 

FREDDY FERNÁNDEZ

ÚN.


 

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