«Lunático con problemas mentales», «ignorante y grosero», «líder narco». Donald Trump y Gustavo Petro se están diciendo de todo y nada bonito. No es que se llevaran especialmente bien, pero la presente escalada verbal –y más que verbal– es la más fuerte tras la segunda llegada del estadounidense a la Casa Blanca.
Desde que, en agosto, el mandatario-multimillonario iniciara la enésima versión estadounidense de la ‘guerra contra las drogas’, militarizando el Caribe y bombardeando pequeñas embarcaciones presuntamente cargadas de drogas, su par colombiano se ha mostrado abiertamente crítico con la estrategia de su homólogo.
Durante este par de meses, los estadounidenses realizaron siete ataques en la zona, causando la muerte de más de 30 personas, en una serie de bombardeos que expertos de la ONU han calificado como ejecuciones extrajudiciales. Según el discurso de Washington, los ataques se llevan a cabo en aguas internacionales contra presuntos narcotraficantes venezolanos pertenecientes al Tren de Aragua, grupo delictivo extinto en la nación bolivariana, pero en semanas recientes trascendió que ni lo uno ni lo otro.
Una violación de la soberanía colombiana
A mediados de octubre se supo que en uno de esos ataques habrían fallecido dos pescadores con pasaporte de Trinidad y Tobago. Poco después, se reportó que en otro bombardeo hubo dos supervivientes: uno ecuatoriano y otro colombiano. Sin embargo, lo que provocó la actual escaladaentre las dos casas, la de Nariño y la Blanca, fueron los informes que señalaron que uno de esos operativos armados, llevado a cabo en septiembre, se habría producido en aguas territoriales colombianas y habría dejado como resultado un ciudadano colombiano muerto.
Entonces, el presidente colombiano aseveró que, en consecuencia, EE.UU. había violado la soberanía marítima colombiana y asesinado a un ciudadano de ese país. Unas declaraciones que no hacen más que describir objetivamente los hechos, pero que no cayeron nada bien al mandatario estadounidense.
Trump escribió «Columbia» tres veces en lugar de Colombia en su posteo original en Truth Social, y además tardó más de una hora en corregirlo
Trump, al que no le cuesta mucho que digamos ponerse a hacer declaraciones altisonantes, reaccionó calificando a su homólogo –con el que, valga la pena subrayar, apenas tiene en común el tipo de cargo que desempeñan ambos– como «líder de las drogas ilegales» cuya producción «promueve por todo el país». Ya envalentonado, prosiguió en el mismo posteo tildando a Petro como «muy mal valorado y con baja popularidad», al tiempo que anunciaba que cortaría todo subsidio y ayuda a Colombia hasta que la nación sudamericana cierre «esos campos de muerte», en referencia a las zonas de cultivo de hoja de coca o, de lo contrario, «los cerrará EE.UU. y no será de forma bonita».
El jefe de Estado colombiano respondió señalando al líder republicano de «grosero e ignorante«, lo que no iba demasiado desencaminado, al menos si tenemos en cuenta que Trump escribió «Columbia» tres veces en su posteo original, en lugar de Colombia, y además tardó más de una hora en corregirlo. Un error que, como veremos más adelante, es, a su manera, un gran acierto.
Trump, que siempre quiere entonar la última palabra, elevó el tono señalando a Petro de «lunático con problemas mentales» y denunció que Colombia siempre ha sido «una máquina de fabricar drogas», incluso desde varios presidentes anteriores al actual, señalando que así ganan mucho dinero.
Más Columbia que Colombia
No es fácil prever hasta dónde llegará esta escalada con alguien tan imprevisible como el mandatario estadounidense, pero es interesante prestar atención a sus declaraciones, porque cuando pierde los modales, de vez en cuando se le ‘chispotean’ cosas inconfesables que no diría estando calmado.
Desde hace décadas, Colombia ha sido el mayor productor de cocaína a nivel global y eso no ha cambiado. Eso es un hecho tan sabido que hasta Trump está al tanto. Además, buena parte de la clase política colombiana, en especial en los años en los que el paramilitarismo campaba a sus anchas en el país con la complicidad del Estado, se mimetizó tanto con el narcotráfico que ya no se sabía si eran cárteles cooptando la política o la política cooptando los cárteles. Una realidad que no descubrió Trump, sino que fue denunciada hasta el cansancio por, entre otros, el propio Gustavo Petro, desde mucho antes de llegar a la presidencia.
Habiendo abundante presencia militar estadounidense desde hace décadas en Colombia, esta no ha dejado de exportar cocaína por toneladas al resto del mundo. ¿Estamos ante un caso flagrante de inutilidad del Pentágono… o de complicidad?
Ahora bien, lo que no cuenta el presidente estadounidense ni tampoco la clase política de su país es el grado de responsabilidad que tiene Washington en todo esto, que siempre ha sido mucho, pero mucho mayor, al de Bogotá. Por ejemplo, ¿cómo puede ser que, habiendo abundante presencia militar estadounidense desde hace décadas en Colombia, esta no ha dejado de exportar cocaína por toneladas al resto del mundo? ¿Estamos ante un caso flagrante de inutilidad del Pentágono… o de complicidad?
¿Qué hay del peso del narcotráfico en el sistema financiero y político estadounidense? Si como primer productor mundial de cocaína en Colombia el narcotráfico penetró empresas y partidos, ¿qué decir del nivel de penetración que tiene en el primer consumidor, no ya de cocaína, sino de casi cualquier droga ilegal que se les ocurra?
Por esto, no deja de ser más que simbólico que en su posteo inicial, Trump escribiera tres veces Columbia en lugar de Colombia. Y es que resulta que el nombre oficial de Washington DC, capital de EE.UU., es, precisamente, District of Columbia. Así, sin darse cuenta, con su error, el presidente estadounidense dijo una gran verdad: la de que es Washington quien promueve la producción de drogas al verse incapaz de frenar el consumo desaforado de su ciudadanía, lo que causa estragos, destrucción y muerte en toda la región, sin que la Casa Blanca haga algo por detenerlo que no sea culpar a otros países e intervenirlos selectivamente, según sus ambiciones geopolíticas, militarizando regiones a su conveniencia y ejecutando extrajudicialmente a pescadores inocentes o ‘dealers’ de poca monta, mientras los capos del narcotráfico controlan cada vez más esferas de las finanzas y política estadounidense.
Un claro caso de proyección que no es exclusivo de Trump, sino que sigue la estela (iniciada por sus antecesores en la presidencia) de militarizar en el extranjero un problema de salud pública nacional. O, parafraseando el famoso refrán, la Casa Blanca denuncia la Colombia en el ojo ajeno, pero ignora la Columbia en el suyo propio.



